Michael Sandel, «rock star» de la filosofía

OPINIÓN

El Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, Michael Sandel
El Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, Michael Sandel

17 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Si se les invita a pensar por un momento en los grandes filósofos de la historia, es muy poco probable que les vengan a la mente imágenes de estrellas de rock y estadios abarrotados. Y sin embargo, eso es exactamente lo que tienen que imaginarse cuando se trata de Michael Sandel (Minnesota, EEUU, 1953).

Este catedrático de Filosofía de la prestigiosa Universidad de Harvard en Estados Unidos tiene la popularidad de un cantante de rock o un actor de Hollywood, y no solamente en su país natal, sino en prácticamente todo el globo, desde Chile hasta Japón. Es capaz de llenar teatros y hasta estadios de más de 10 mil personas con sus conferencias y sus libros se suelen convertir en bestsellers.

En España su nombre es menos conocido todavía fuera de un reducido círculo de académicos, pero esto seguramente cambiará, ahora que se le ha concedido el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2018.

La Fundación Princesa de Asturias define a Sandel como «representante destacado de la teoría comunitarista, corriente (…)  contraria a posturas individualistas y liberales» y defensor de «una justicia orientada al bien común en la que los gobiernos puedan intervenir para evitar los excesos de la economía de mercado y las desigualdades sociales».

Sandel debe su fama principalmente al método socrático para encontrar respuestas a las grandes preguntas. Sus conferencias en las aulas universitarias o los estadios de deporte no se caracterizan por unas clases magistrales al uso, sino por su empeño de fomentar un constante diálogo con y entre los asistentes. Este método exige una preparación exhaustiva de las posibles preguntas y ejemplos a introducir en el diálogo y una gran capacidad de improvisación. Si se sabe que Sandel, además, suele aderezar sus conferencias con buena dosis de humor, se entiende la admiración que suscita entre los que le escuchan.

Para poder abordar un tema polémico -por ejemplo, si los padres deben usar las nuevas tecnologías genéticas para crear los hijos más perfectos posibles-, empieza por realizar una pregunta concreta a su público («¿quiénes creen que está permitido moralmente elegir el sexo de sus hijos?») para sondear luego algunos argumentos a favor y en contra. A continuación, lanza preguntas cada vez más incisivas.

Con este ejercicio, no pretende convencer al público de sus propias ideas, sino que quiere que los participantes en el debate reflexionen in extremis sobre las ideas y convicciones que tienen, confrontándoles con contradicciones entre sus planteamientos o con consecuencias en las que no habían parado.

Su libro más vendido, Justicia. ¿Hacemos lo que debemos? (2009), se basa en el curso que impartió durante muchos años en Harvard. El libro hace un recorrido por la disciplina a través de unos filósofos que han tratado diferentes facetas de la justicia: Aristóteles, Kant, Bentham, Rawls. A continuación, Sandel explicita su propia postura: para él, la justicia tiene un objetivo, está orientada al bien común. Y pensar en la justicia que queremos nos induce a plantearnos en qué tipo de sociedad queremos vivir.

Sus clases se hicieron tan populares entre los estudiantes que Harvard decidió grabarlos y colgarlos en su propio canal de YouTube, en 24 entregas de casi una hora. Desde entonces, decenas de millones de personas en todo el mundo han accedido al curso. (Para acceder al curso entero en inglés, basta con teclear justiceharvard.org en Google. Y si teclean justicia+harvard+hacer+lo+correcto, encontrarán tres episodios con subtítulos en castellano.)

Lo que llama la atención es la gran popularidad de la que Sandel goza en China, Japón y Corea del Sur. Solo en estos países ya se vendieron más de un millón de ejemplares de su libro sobre justicia. En China, subtitularon su curso online con caracteres chinos para facilitar la comprensión de sus clases a los millones de fans que tiene en el país. En 2011, la revista China Newsweek le nombró la «persona extranjera más influyente del año» en el gigante asiático. Hace pocos meses, Sandel ha editado (junto a Paul J. D’Ambrosio) un libro, titulado Encountering China. Michael Sandel and Chinese Philosophy, en el que sus reflexiones sobre justicia son contrastadas con las perspectivas confucianas.

Otro superventas reciente se titula Lo que el dinero no puede comprar: los límites morales del mercado (2012). En este libro, Sandel sostiene que ya no vivimos solo en una economía de mercado, sino que la sociedad misma se ha convertido en un gran mercado donde casi todo se puede comprar y vender. Argumenta que el mercado es una herramienta excelente para distribuir los bienes de una forma eficaz. Pero desde hace unas tres décadas, el mercado ha entrado en esferas de la vida donde está siendo dañino, donde ha pervertido las relaciones entre las personas y entre ellas y la naturaleza. En Estados Unidos, actualmente se puede comprar prácticamente de todo, desde una celda más confortable en la cárcel hasta el derecho de cazar y matar a un animal protegido. A lo largo de este libro, Sandel intenta demostrar que una sociedad en la que todo se puede comprar y vender, tiende a evolucionar hacia una mayor desigualdad entre los ciudadanos y un mayor grado de corrupción ética.

Esta misma postura lleva a Sandel a criticar una propuesta que se escucha a veces acerca de la aplicación de las reglas de mercado a la acogida de refugiados. La idea es que se establezcan cuotas para la distribución de refugiados según la riqueza de los países y que los países ricos tengan la posibilidad de pagar a los países pobres para que estos absorban parte de las cuotas de aquellos. Sandel argumenta que semejante sistema convertiría a los refugiados en simple mercancía: en los países ricos serán considerados como una carga de la que deshacerse y en los pobre son percibidos como objetos para obtener dinero.

Para Sandel, la libertad no es vivir la vida como si fuera un mero supermercado de opciones, sino que constituye el derecho de pensar y dialogar sobre la construcción del futuro. Sostiene que una sociedad que no se atreve o no es capaz de debatir seriamente sobre cuestiones éticas se empobrece social y políticamente.

Su manera de practicar la filosofía, obligándonos a cuestionar continuamente nuestras ideas y decisiones, es algo muy necesario en una época en la que las grandes masas buscan unas verdades absolutas e inamovibles y los fundamentalismos, religiosos e ideológicos, se están fortaleciendo peligrosamente en todo el planeta, también en nuestro mundo occidental.

Cuando se escucha a Sandel, uno no puede sino pensar cuánta falta hacen sus enseñanzas en este momento, también en España.