La democracia incómoda

OPINIÓN

25 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El previsible ganador de la segunda vuelta de las elecciones brasileñas, Jair Bolsonaro, es un fascista. No hay exageración alguna al tildarlo como tal. Un fascista evangélico que desprecia a los homosexuales, a los comunistas, a los socialdemócratas, a los negros, a los pobres, a las mujeres y a cualquiera que no comulgue con él. Un tipo que prefiere un hijo muerto a un hijo homosexual, que cree que los negros no sirven para nada. Cuando todavía no era un más que probable ganador de las elecciones, dijo estar a favor de las torturas y la dictadura. Sus seguidores han agredido estos días a varios miembros de la comunidad LGTBI, lo que sin duda es una terrorífica advertencia de lo que está por venir en Brasil.

Con todo esto, me surgen varias preguntas cuyas respuestas encuentro también inquietantes. Si el domingo Bolsonaro gana, lo habrá hecho democráticamente. Uno piensa que la democracia tiene que ser necesariamente algo más que ir a votar, algo más que acatar lo que el elegido decida hacer una vez llegado al poder. ¿Es democrática la persecución de los homosexuales, los pobres, los otros? Parece que en su carrera hacia el poder, Bolsonaro ha suavizado su discurso, pero incluso así, el día 21 amenazó con encarcelar o expulsar a los opositores, calificó de terroristas a los Sin Tierra,y describió lo que a todas luces será un gobierno de terror. ¿Es eso democrático?

Estos días me vino a la mente la paradoja de la tolerancia de Karl Popper, sin ser yo nada de eso, para lo que he quedado. Para el un tanto delirante y en ocasiones pusilánime filósofo austriaco, debemos tolerar a los intolerantes siempre que expongan sus argumentos y los refutemos racionalmente. Siempre que pretendan imponer sus ideas mediante la palabra y la razón, debemos combatirlas con la razón. Pero cuando los intolerantes pretenden imponer sus ideas mediante la violencia o la mentira, entonces debemos defendernos si es necesario por medio de la prohibición o la fuerza. En este caso, no hay prohibición que valga, pues el poder estará en manos del fascismo. Dado que todas las ideas de Bolsonaro se basan en la mentira y la manipulación, como las de toda la ultraderecha en muchas partes del planeta que se van imponiendo con notable éxito, y que pretende perseguir al diferente incluso dotando a los policías de la potestad de ejercer de ejecutores en las calles, me pregunto cuándo será el momento en el que el pueblo brasileño tendrá que defenderse. Porque me temo que el fascista y fundamentalista evangélico candidato saldrá ganador este domingo, y quizá entonces no habrá vuelta atrás. Es terrible, pero es.