España, una mina de oro

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

27 oct 2018 . Actualizado a las 10:08 h.

Usted todavía no lo sabe, yo tampoco, pero vivimos en un país fantástico. ¿Qué digo? Vivimos en una mina de oro. Somos, unos más que otros, una mina de diamantes. Los sabios que nos gobiernan la han descubierto y están dispuestos a explotarla. Naturalmente, en beneficio de quienes todavía no han tenido la fortuna de tocar ni ver ni el oro ni el diamante, lo cual les permite presentarse como benefactores de los débiles, en abierta competencia con Cáritas y las ONG. Es maravilloso: casi no hay día en que el poder no descubra una veta de la cual puede y se propone sacar fabulosos lingotes para repartirlos entre los pobres. Lo último ha sido lo propuesto por el presidente de la AIREF (Autoridad Independiente de la Responsabilidad Fiscal), que anunció una subida de hasta el 12 por ciento de las bases máximas de las cotizaciones sociales. Ese presidente prevé que se pueden recaudar más de 1.000 millones de euros al año tan solo con tocar esa tecla. Sumados a los previstos antes por el gobierno, permitirá que el Estado ingrese 7.000 millones de euros más de los que recauda actualmente. ¿Y por qué lo anuncia el presidente de la AIREF? Supongo que porque le da vergüenza presumir de que tiene tantas ideas y quiere repartir juego. Siempre es preferible, además, que la última genialidad sea presentada por una autoridad y no por el líder de Podemos. A este escribidor le ocurre algo que no le había ocurrido en su vida: son tantas las vetas de la mina, es decir, las novedades recaudatorias, que ya tiene que llevar una lista. Y así, en un pequeño ejercicio de archivo, le salen más cotizaciones por el aumento de salario mínimo; endurecimiento del impuesto de sociedades para grandes corporaciones; impuesto sobre las transacciones financieras; impuesto especial sobre el diésel que pagarán varios millones de propietarios de coches con ese combustible; impuesto sobre venta de acciones; impuesto sobre las actividades digitales; la citada subida de las bases de las cotizaciones más altas; seguro que algo nos cae a los autónomos y algo se está inventando en alguna covachuela de cualquier ministerio: los ministros, cuando se ponen a pensar cómo explotar la mina, son inagotables en su imaginación. Así que felicitémonos todos de la inmensa riqueza que almacenamos en este país. Y especialmente del destino finalista de esos ingresos: todos irán al gasto social. Y gran parte de ellos, a financiar la subida de pensiones, que buena falta hacía.

Los pensionistas, como se sabe, son más de nueve millones; es decir, nueve millones de votantes. Pero, por favor, no penséis mal: es pura casualidad. Al gobierno solo le mueve un inmenso, un gigantesco, un ilimitado espíritu social.