Cuando no mentir sabe a poco

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

02 nov 2018 . Actualizado a las 07:44 h.

El comisario Villarejo parece que se ha tomado el puente. Ayer, como era festivo, no hubo nueva entrega de sus grabaciones, con lo cual nos hemos quedado como sordos. Un día sin sonido Villarejo es un día tristón, vacío de contenido, y la política se torna sosa, monótona y aburrida. El morbo nacional se queda desangelado y los cronistas políticos entran en tedio, ahora que nos habíamos acostumbrado a esas cintas, que son como las psicofonías de la ultratumba que vulgarizamos llamando cloacas. Solo descansan los afectados, en este caso la señora de Cospedal, que habrá madrugado a ver qué se contaba en el confidencial moncloa.com. Pudo pasar tranquila el día de Todos los Santos.

Antes había hablado con Pablo Casado, se había confesado inocente y el señor Casado la tranquilizó diciéndole que no le pedirá la dimisión. ¡Vaya problema para el presidente del Partido Popular! Aunque quiera dar un sartenazo, porque hablar con Villarejo parece un delito en sí mismo, no puede hacerlo porque Dolores ha sido su apoyo en las primarias frente al poderío de Soraya y de bien nacido es ser agradecido. Pero tampoco podía hacer visible esa gratitud, porque entonces sería acusado de amiguismo y perdería credibilidad.

Tres días tardó en encontrar la disculpa, tres días que pasó huyendo de las cámaras, hasta que dio con la piedra filosofal: Dolores de Cospedal no mintió. No mintió como mienten los socialistas. No mintió como la ministra de Justicia. ¡Ay, señor Casado? ¿Y si se precipitó en esa modestísima defensa? Mire que quedan cintas sin escuchar. Mire que según las grabaciones conocidas hemos quedado pendientes de saber qué «trabajillos» se le encomendaron a Villarejo y con qué fondos se le pagaron «al menos los gastos». Mire que en las cintas se habla de un pen drive con pruebas de la Gürtel que se intentó destruir, y eso es muy grave, aunque Dolores de Cospedal no fue la autora, sino que recibe la información. Mire que a lo peor se destruyeron otras pruebas. Mire que, según todos los síntomas, es cierto que Cospedal no conocía al comisario, por lo tanto es cierto que no mintió, pero de la reunión divulgada salió una buena relación. Y mire que no sabemos, quizá usted tampoco, en qué medida los manejos de Villarejo influyeron en el devenir judicial de los casos de corrupción.

Creo, por ello, que una defensa basada en el «no mintió» solo vale para la comparación con Dolores Delgado. Lo más prudente sería esperar a conocer todo el contenido de las grabaciones. Porque es sabido que quien publica esas exclusivas las suele administrar en busca del mayor beneficio del mercado informativo. Y el mayor beneficio se logra dejando la bomba atómica para el final.

¡Vaya problema para el presidente del PP! Aunque quiera dar un sartenazo, no puede porque Dolores ha sido su apoyo en las primarias frente a Soraya