Cerebro enfermo

OPINIÓN

07 nov 2018 . Actualizado a las 07:53 h.

La defensa del asesino de Pioz se agarra a la tesis del cerebro enfermo. Con una neuroimagen proyectada en la sala, los miembros del jurado han escuchado a los peritos de la defensa (un psicólogo, un psiquiatra y un médico: sorprende que no se incluyese un neurólogo) argumentar que el acusado tiene un cerebro enfermo que le predeterminó para cometer los crímenes. «Si el cerebro hubiera sido normal, no hubiera pasado», llegó a decir uno. ¿Hubiera podido elegir no matar? Porque esta es la cuestión. «No lo sabemos», respondió entonces. Lo cierto es que, tal como dejé escrito en mi libro Bioética y Neurociencias, estas últimas han entrado de lleno en el ámbito del Derecho y han dado lugar, haciendo uso de un prefijo tan seductor como polémico, a lo que se llama neuroderecho o neurocriminología. La película Minority Report ya nos hacía pensar en el 2002 en un concepto de nuestra teoría penal: la culpabilidad. Hasta ahora estábamos de acuerdo en que se deben exigir responsabilidades a la gente por su conducta. ¿Y si no pueden hacer otra cosa, y si están obligados por su cerebro? No serían imputables. Pero la sociedad estaría legitimada para defenderse de esos sujetos, lo cual es lo que de verdad importa.