Frank, ya no pintas nada

Beatriz Pallas ENCADENADOS

OPINIÓN

11 nov 2018 . Actualizado a las 08:42 h.

Apresidente muerto, presidenta puesta. Poco queda ya de la House of Cards de las primeras temporadas en su sexta etapa, epílogo de una serie emblemática que ha tenido que enterrar con nocturnidad a Frank Underwood tras quedar al descubierto el lado más oscuro del hombre que lo interpretaba. Netflix, productora de esta serie que en España llega primero a Movistar+, no ha tenido piedad. Sus guiones se reescribieron a toda prisa para borrar del mapa a un comandante jefe ya difunto que ha sido relevado por su mujer. Ella ya no se apellida Underwood. Es Claire Hale, cumple cien días en el cargo y es ahora la encargada de interpelar al espectador mirando fijamente a cámara para pedirle que no se crea una sola palabra del relato que ha venido escuchando en los últimos años.

La Claire viuda es gélida y rotunda cuando despide a un marido que se caracterizó por sus frases lapidarias intentando enriquecer, ella misma, su propia lista de máximas crueles: «Frank, ya no pintas nada». Igual que reivindicaba Mae West, cuando Claire es mala es mucho mejor, pero en su tarea como primera mujer en ocupar el Despacho Oval arrastra el desgaste de una ficción que dificulta la tarea de brillar como personaje en su nuevo cometido. Como serie fundacional de la era del consumo de televisión a la carta, House of Cards habría merecido un final más redondo.