La salida de la crisis me huele a marihuana

OPINIÓN

12 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Tres advertencias. Primera. No soy fumador. Segunda. No soy liberal. Es decir, no soy Antonio Escohotado. No creo que exista un derecho incondicional e inalienable de los individuos a disponer, sin interferencias del Estado, de su propio cuerpo. Hay interferencias estatales censurables, como impedir a las mujeres abortar, y otras que son un signo de civilización, como legislar para que no exista un libre comercio de riñones humanos. Tercera advertencia. Si defiendo la legalización de la marihuana no lo hago porque minusvalore sus perjuicios para la salud. Aunque pueda tener algunos usos medicinales, todos sabemos que la maría no es menta poleo o regaliz. Hechas estas tres advertencias voy a explicar con un ejemplo histórico porqué creo que tenemos que legalizar la marihuana. Año 1933, en plena Gran Depresión, Roosevelt toma una decisión controvertida: derogar la Ley Seca. Consecuencias: la delincuencia disminuye y el Estado aumenta sus ingresos a través de los impuestos sobre el alcohol. ¿Por qué no plantearnos hoy algo similar? ¿No podrían los impuestos sobre la marihuana financiar la mejora de nuestro Estado del Bienestar? ¿No podríamos reinvertir en mejorar nuestro sistema público de salud lo que hoy nos gastamos en perseguir, juzgar y encarcelar a quienes producen y trafican? ¿No podríamos generar miles de puestos de empleo en el cultivo, tratamiento, comercialización y obtención de derivados del cannabis?

No es ninguna quimera hacernos estas preguntas. Uruguay, Canadá y ocho estados de los EEUU ya han legalizado marihuana. La verdadera pregunta a día de hoy es: ¿quién será el siguiente en dar el paso?, y sobre todo ¿qué modelo de regulación va a adoptar? ¿En favor del 1% o del 99%? ¿Una regulación neoliberal que deje el nuevo negocio en manos del IBEX35, como pueden defender Albert Rivera y los sectores más modernos de la CEOE, u otra que se haga con control democrático, a través de cooperativas y de una gran empresa pública, al estilo de Tabacalera, que reparta los beneficios a toda la sociedad? España tiene la oportunidad de volver a ser pionera, como lo fue en 2005 con el matrimonio gay, y además tiene la oportunidad de situarse a la vanguardia de una legalización con criterios sociales y medioambientales, que por ejemplo apueste por el desarrollo rural. Si 47 años después de que Richard Nixon declarase la «guerra contra las drogas», son las drogas las que va ganando, y por mucho, ¿no ha llegado ya el momento de plantearse un cambio de estrategia?