«Brexit» y primitivismo democrático

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Simon Dawson

16 nov 2018 . Actualizado a las 08:06 h.

El 9 de diciembre de 1998, con motivo del veinte aniversario de la Constitución, pronunció Giovanni Sartori en el Congreso de los Diputados una brillante conferencia. Publicada luego en la revista Claves de Razón Práctica (nº 91, de 1999) con el título «En defensa de la representación política», sostuvo entonces el gran politólogo ítalo-norteamericano que tal representación resultaba indispensable y que las críticas que aquella recibía de los abanderados de la democracia directa eran «en gran parte una combinación de ignorancia y primitivismo democrático».

Sartori, cuya inmensa cultura científica solo podía compararse a su coraje político, argüía contra la democracia directa con, entre otros, un argumento que demostró su trágico realismo con motivo del referendo sobre el brexit: «La democracia representativa exige del ciudadano mucho menos que la directa y puede operar aunque su electorado sea mayoritariamente analfabeto (véase La India), incompetente o esté desinformado. Por el contrario una democracia directa está condenada en tales circunstancias a la autodestrucción. Un sistema en el que los decisores no saben nada sobre las cuestiones sobre las que van a decidir equivale a colocar la democracia en un campo de minas».

Y en un campo de minas colocó a la más antigua del planeta el frívolo primer ministro David Cameron cuando llamó a la población a votar en referendo sobre un tema que se prestaba, como finalmente aconteció, a todas las demagogias, falsedades y majaderías que es posible imaginar. Eso fue, de hecho, el referendo sobre el brexit: un batiburrillo de oportunismos personales y partidistas, una carrera de exageraciones y mentiras y un error monumental de una clase política irresponsable que, por espurios intereses, decidió trasladar a la opinión pública un tema sobre el que aquella carecía de una razonable información, lo que posibilitó que fuera sometida a un proceso de manipulación escandaloso.

Salvo en casos puntuales (las votaciones directas de ratificación constitucional, de manera destacada) los referendos tienden a convertir en sencillo lo difícil y a aportar soluciones binarias (si/no) a cuestiones cuyas múltiples aristas no pueden trasladarse a una población que no está mayoritariamente en condiciones de analizar en su complejidad el problema que insensatamente se decide trasladarle. Ser un gobernante responsable consiste también en diferenciar lo que puede y no puede ser objeto de consulta popular directa y en decidir en consecuencia.

Todo lo sucedido desde el triunfo del brexit (las reiteradas peticiones de un segundo referendo, los líos sin final del gabinete de Theresa May, la ruptura interna de los partidos conservador y laborista) son los lodos de la formidable polvareda que levantó un disparatado referendo, que jamás tendría que haberse convocado. Es un buen aviso a navegantes, que otros no deberían olvidar.