CSIC: Cocos Sin Incentivo Claro

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Joan Costa

20 nov 2018 . Actualizado a las 08:26 h.

Se cruzan en el periódico dos historias que son la misma. La tragedia del premio extraordinario de Bachillerato y premio nacional fin de carrera, el neurólogo Alejandro Rivero, que, como cuenta mi compañera Elisa Álvarez, a pesar de su brillantez, asegura de forma descarnada que «mi perspectiva el 21 de mayo es ir al Inem o recorrer España entregando currículos». Lo dice un joven que, en otro país, tendría un futuro alfombrado. Pero España jamás ha rimado con ciencia. Tenemos alergia a la excelencia.

La Administración, como explica Alejandro Rivero, maltrata a los investigadores: «Los maltrata sistemáticamente». Al ministro Pedro Duque le diría Rivero que «ese discurso de los políticos que se enorgullecen de que somos la generación mejor preparada lo acompañase de hechos y apoyo a los investigadores». Algo que no sucede. Chavales a los que sus currículos espectaculares, su facilidad con los idiomas, solo les sirve para lograr empleos en otros países, muy lejos de su casa y de sus competencias.

Es en este punto cuando aparece la segunda parte de esta crónica de denuncia. Están al mismo tiempo reunidos los científicos del CSIC para llamar la atención de lo mucho que necesitan el apoyo para investigar. El CSIC, que exista en España, es un milagro valleinclanesco. Debería de llamarse como si fuese una institución de un tebeo de Mortadelo y Filemón: Cocos Sin Incentivo Claro, en vez de Centro Superior de Investigaciones Científicas, por ser mínimo el apoyo que una institución así recibe en este país mucho más dado a enfrentarse a palos que a pensar.

Los científicos reunidos llegan a decir en la información que firma Raúl Romar que en estas condiciones lamentables les queda como mucho cuatro o cinco años para hacer ciencia. España en estado puro. Lo peor de un país que en su día gritó Muera la inteligencia. Cada vez que la ciencia pide ayuda, alguien aparece en su socorro, pero es siempre de forma parcial. No hay planes serios para las materias que más lo necesitan. Sin ciencia en el mundo global del siglo XXI, intentar competir es como participar en fórmula 1 con una carreta. Los científicos en esta España irredenta son una orden mendicante. Alguien con coco todavía es alguien que mete miedo.