El mundo y su nuevo mapa político de la incertidumbre

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

20 nov 2018 . Actualizado a las 08:25 h.

La incertidumbre estuvo siempre asociada a los cambios de la sociedad pero ahora su influencia en la eco?nomía es mayor. Cuando los factores de incertidumbre se multiplican y se hacen incontrolables o el control es difícil, el equilibrio del sistema se resiente. Creo que es lo que está ocurriendo ahora. El mapa económico mundial de la globalización se había simplificado y, sobre él, unos pocos operadores, cada vez menos, diseñaban sus estrategias. Los avances tecnológicos eran los factores de apertura y ampliación del sistema. En ese marco, el capitalismo global avanzaba hacia una acumulación continua del capital y con él de la innovación y del talento. Las tesis de R. Florida aportaron una especie de catecismo global para las grandes metrópolis: el soporte espacial del sistema.

Al mismo tiempo, una redistribución de la participación en las ganancias del sistema hizo que muchos estados alcanzaran nuevas cotas de bienestar; pero, en contrapartida, las desigualdades sociales aumentaron. La arquitectura del bienestar se resquebrajó, y en los viejos países industriales la clase media, seguro firme de la democracia, entró en una fase de empobrecimiento; mientras, las nuevas clases medias de Asia principalmente, atraen el consumo global, pero también emergen como una amenaza al poderoso capitalismo de estado. La respuesta son los nuevos sistemas de control social apoyados en la tecnología. Es el caso de China donde la libertad personal puede quedar anulada por un nuevo totalitarismo basado en el control social y personal de estado a través de los big data. La distopía, como utopía indeseable, pasa de la ficción a la realidad. Y si a todo eso añadimos el drama de lo las inmigraciones masivas de quienes solo buscan vivir mejor, o incluso vivir sin más, tenemos un dibujo aproximado del nuevo mapa de la incertidumbre.

En este marco, y tras los excesos del capitalismo global, emergen los factores políticos de ruptura: los populismos neomarxistas y neofascistas, los radicalismos nacionalistas y xenófobos o los proteccionismos económicos, y a un orden político heredado se superpone una radicalización de las ofertas electorales y la prevalencia de los valores verdes, que configuran las nuevas mayorías. Algunos ejemplos: el nuevo nacionalismo proteccionista de Putin y Trump, la ultraderecha de Brasil y de Centroeuropa, la ofensiva mundial del capitalismo de estado de China, y algunos nacionalismos endógenos, como Venezuela, o el caso de Bolivia. La caída de Merkel, el brexit o los populismos del sur son el correlato europeo del cambio.

Como siempre ha sido, en las etapas de transición las incertidumbres aumentan y la dificultad de controlarlas suelen llevar a un aumento de las tensiones internacionales con el consiguiente efecto en el mapa económico global. Y surge esta pregunta ¿Vamos a un mundo más global o estamos haciendo un mundo menos global? Cada uno tendrá su respuesta. Si, como decía George Soros, el capital da libertad, habría que concluir que la acumulación selectiva del mismo la reduce. Y la historia nos enseña que la falta de libertades y el aumento de las desigualdades han sido siempre desencadenantes de los movimientos sociales más decisivos. Incluso en China deberían saberlo.