Demasiados nervios

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Robin Townsend | efe

07 dic 2018 . Actualizado a las 07:49 h.

Los sorprendentes y espectaculares resultados logrados por Vox en las elecciones andaluzas han puesto de los nervios a las restantes fuerzas políticas. Sin excepción. Y también a quienes creen que con manifestaciones e incidentes callejeros pueden rectificar los resultados de los ultraderechistas que son producto de la dejadez, la soberbia, la incapacidad y los errores de los demás partidos. Hay demasiados nervios que no dejan ver la realidad.

Porque ese nerviosismo está impidiendo que se realice un análisis de lo que ha acontecido y que se establezca la estrategia a seguir. Y está provocando diferencias evidentes en el seno de las formaciones, con sus responsables en claras contradicciones y con diferencias sustanciales sobre el futuro.

Pedro Sánchez y José Luis Ábalos no se ponen de acuerdo sobre si mantener con vida a Susana Díaz, ni el papel que ha de jugar. Pablo Casado y Núñez Feijoo lideran posturas discrepantes sobre los pactos con Vox y la forma de hacerle frente. Valls rechaza abiertamente la política pactista de Rivera para la formación de un Gobierno en Sevilla y Pablo Iglesias se ha lanzado a una cruzada con la que cree frenar el voto ultra, mientras Juan Carlos Monedero, otro líder de la formación morada, exige dimisiones.

El desnorte es enorme y evidente. Una formación surgida al amparo del cabreo personal de su líder, con condenados en sus filas, que tiene como uno de los asuntos más importantes de su programa la defensa de la tauromaquia y la caza, ha convulsionado la política española, aún más de lo que ya estaba.

Deberíamos de saber que Vox ha venido para quedarse, con más o menos representación; pero para quedarse. Y que como los restantes partidos sigan haciendo lo que han hecho en la última semana y presa de los nervios, va a alcanzar cotas inimaginables. A Vox hay que hacerle frente con políticas efectivas que convenzan y satisfagan a la ciudadanía. Con políticas alejadas de la demagogia y de la cerrazón. Y con más democracia. Sobre todo, con más democracia. Ese es el único antídoto efectivo para fanáticos e intolerantes.