Esperando a que el mono acierte

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

JOHN THYS | Afp

18 dic 2018 . Actualizado a las 08:09 h.

En 1973, el profesor Burton Gordon Malkiel planteó que una cartera de acciones seleccionada por un mono lanzando dardos tendría un rendimiento anual en Bolsa superior a la mayoría de las confeccionadas por los mejores expertos financieros. The Wall Street Journal aceptó el reto. Aunque por seguridad los dardos los acabó lanzando una persona con los ojos vendados, y no un chimpancé, Malkiel ganó la apuesta. La cartera del mono superó en rendimiento a la del 85 % de los analistas bursátiles. Llevando el símil a la política, la experiencia reciente en España nos llevaría a concluir que las predicciones de las encuestas tienen la misma fiabilidad que las de un mandril adjudicando escaños a boleo. Si fallaron estrepitosamente a una semana de los comicios andaluces, guiarse por ellas cuando las elecciones generales no han sido siquiera convocadas es algo así como jugar a la ruleta.

A estas alturas, hacer vaticinios sobre cómo va a quedar tras el ya más que probable superdomingo electoral de mayo el reparto de escaños en el Congreso entre los cuatro grandes partidos es imposible. Pero una cosa es clavar un resultado y otra distinta es reflejar tendencias o dibujar escenarios políticos globales. Y, desde ese punto de vista, los sondeos publicados ayer por varios medios de comunicación nos llevan a una conclusión inquietante. Todo indica que será prácticamente imposible que un presidente de izquierdas sea investido sin los votos a favor o al menos la abstención de los partidos independentistas. Y será también inviable que un líder de centroderecha llegue a la Moncloa sin el respaldo tácito o expreso de Vox. Ni siquiera el eterno comodín del PNV, siempre dispuesto a desequilibrar la balanza en favor de quien mejor pague, parece capaz de romper esta ocasión el nudo gordiano. Un escenario endiablado que, de confirmarse, dejaría a la inmensa mayoría que conforman los españoles políticamente moderados ante el panorama de tener que esperar a que se consume lo malo o lo peor, en función de la tendencia de cada uno.

Una cosa es que Pedro Sánchez sea presidente del Gobierno gracias a que el independentismo apoyó una moción de censura contra Rajoy. Pero la hipótesis de que fuera investido tras unas elecciones pactando con quienes pisotean a diario la Constitución sería, además de aberrante en términos democráticos, un paso seguro hacia una escisión en el PSOE que lo destruiría como gran partido nacional. Sensu contrario, una cosa es que Vox esté obligado a dar el Gobierno de Andalucía al PP y Ciudadanos sin recibir nada a cambio, porque lo contrario llevaría a su desaparición, y otra que Pedro Casado o Albert Rivera fueran investidos presidentes tras un pacto político y programático con la extrema derecha de Santiago Abascal. Algo que sería un viaje sin posible retorno al centrismo moderado.

Solo hay dos vías de escape a ese callejón sin salida. Que el mono acierte y nos dé una mayoría estable sin radicalismos, o una gran coalición de tres partidos constitucionalistas. Y ambas me parecen muy improbables.