La semana de las notas

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

MARTINA MISER

18 dic 2018 . Actualizado a las 08:08 h.

Estamos en la semana de las notas. En las familias numerosas de antes las notas no tenían la importancia radical con la que se viven ahora. Éramos tantos hermanos que las matrículas de unos casi se confundían con los suspensos de otros. Y, cuando tu padre se fijaba bien, el castigo era una buena bofetada o una zapatilla volando. O cuando menos el amago de la bofetada: «Te voy a poner la cara del revés». Pero la tensión pasaba pronto y los regalos llegaban puntuales con los renos de Papá Noel y, sobre todo, con los camellos de los Reyes Magos.

Hoy los padres sufren las notas de una manera implacable y transmiten a su hijo o a sus dos hijos, como mucho, una ansiedad terrible. Durante esta semana en un montón de hogares no se dormirá. Las nuevas familias del siglo XXI se juegan mucho. Estudiaron todos juntos los exámenes. Hicieron ejercicios de la mano. Recitaron las lecciones. Hay pizarras en las habitaciones de los pequeños con esquemas hechos con la letra de los padres. «Al niño hay que ayudarle en todo». Así los vamos convirtiendo en perfectas catástrofes y en embriones de futuros dictadores. Otra vez debemos buscar el terreno intermedio del sentido común. No criamos hijos, queremos criar seres perfectos, cuando la imperfección es la maravilla de la naturaleza. Es lo que nos hace distintos y hermosos. Pero nos hemos implicado hasta las cejas en los globales y sentiremos las notas de esta semana como nuestras. Peor, como de nuestras entrañas.

Habrá lágrimas y habrá felicidad. Menos mal que los chavales siempre nos educan a nosotros. Y así es que una compañera me cuenta la carta genial de uno de sus hijos a los Reyes. Un crac de diez años que les escribe lo que sigue: «Creo que he sido un niño decente, he tenido mis pros y mis contras, pero pienso que me merezco los siguientes regalos...». Mis pros y mis contras, como la vida misma. Dejemos que disfruten de las Navidades, que solo las soportan ellos, los más pequeños. No nos pasemos con los castigos, porque los primeros castigados sin postre tendríamos que ser nosotros por ponernos a estudiar los holuros y las analepsis con cincuenta años. Y, por encima de todo, no reaccionemos cargando contra los profesores. Otro clásico. La culpa no la tiene el niño ni sus papás. La tiene el colegio, así en genérico. «Mi niño había estudiado. Es el colegio el culpable. El colegio, los profesores, el edificio, las columnas, el patio del recreo». Suerte con las notas y felices fiestas.