Que no existe, idiotas

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

Enric Fontcuberta.

24 dic 2018 . Actualizado a las 07:40 h.

Con una simple frase, sin duda una de las mejores del año que acaba, pronunciada en el fragor de la jornada del 21D, un mosso desnudó por completo la farsa y el fracaso total del procés. «¡La República no existe, idiota!», espetó, de forma grosera pero con una lógica aplastante, a un agente rural que le dijo que se estaba manifestando por esa ficción que los Puigdemont, Junqueras y compañía les prometieron que sería una realidad incontestable, integrada en la UE y reconocida internacionalmente. Nada de eso ha ocurrido, esos líderes separatistas están encarcelados o huidos, Europa ha dado la espalda a los que se saltaron la ley y la sociedad catalana está dividida cada vez más peligrosamente en dos, con los vándalos de los CDR apretando en las calles, como les dijo Torra. Pero sus mentiras han calado hasta tal punto en un sector fanatizado de Cataluña que se resiste a aceptar que la República es un invento, por no decir una tomadura de pelo. El catedrático de Psiquiatría Adolf Tobeña definió muy gráficamente en una entrevista en este diario cómo funciona este mecanismo: es una pasión de raíz religiosa que promete a los convencidos alcanzar el paraíso, que es la independencia. Como escribió George Orwell en 1945, el nacionalista «pasa la mayor parte del tiempo en un mundo fantástico en el que las cosas suceden como deberían suceder» y «a menudo permanece ajeno a lo que sucede en el mundo real». Consumado el fiasco de su aventura suicida, a los independentistas les queda el martirologio, revestido de fe y sacrificio abnegado (huelga de hambre incluida) en clave religiosa. Pero no son víctimas, sino los grandes responsables del desastre en el que han sumido a Cataluña y del que ahora es tan complicado salir.