Voxonaro

Enrique Clemente Navarro
Enrique Clemente LA MIRADA

OPINIÓN

Jair Bolsonaro, presidente de Brasil
Jair Bolsonaro, presidente de Brasil SERGIO MORAES | REUTERS

07 ene 2019 . Actualizado a las 08:39 h.

Bolsonaro ya ha asumido el poder. Y no ha defraudado. Todos sabíamos que es un ultraderechista homófobo, misógino y racista. El exmilitar nostálgico de la dictadura ha anunciado que limpiará la Administración de personas con ideas socialistas y comunistas, emprenderá una cruzada contra la «ideología de género» (¿les suena?), quitará derechos a las personas LGTB, aprobará una ley para dar impunidad a los policías que maten a presuntos delincuentes y otra para poner fin al «exceso de derechos de los trabajadores». En su Brasil «purificado», los niños irán de azul y las niñas de rosa, según una de sus dos ministras. Como Dios manda. Aquí, mutatis mutandis, la versión carpetovetónica de Bolsonaro se llama Vox, que ha empezado su «reconquista» de España con un ataque directo a las mujeres, al querer cargarse la ley contra la violencia de género. El problema es que el PP está comprando su discurso. Tras el ultimátum de la ultraderecha, Casado ha comenzado a hablar de «violencia doméstica», no de género ni machista, de «denuncias falsas» y «chiringuitos que viven de las ayudas», términos idénticos a los que utiliza Vox. Todo con tal de asegurarse el poder en Andalucía. Pero los populares también han asumido buena parte de su discurso identitario, de exaltación y sobreactuación patriótica y anti-inmigración. Y dicen claramente que no tienen ningún problema en pactar con la extrema derecha. En Brasil nadie apostaba por Bolsonaro tres meses antes de las elecciones y arrasó en las urnas. Aquí corremos el peligro de tener nuestro propio Voxonaro. No de que gobierne Vox, lo que de momento parece imposible, pero sí de una alianza de la ultraderecha con un PP que asuma su programa y su ideología, con la aquiescencia de Ciudadanos.