A ponerse las pilas

OPINIÓN

11 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El cambio político en Andalucía ya es una realidad. Esta semana el PP ha acordado, con Ciudadanos y con Vox por separado (al menos la escenografía ha sido esa), que Juan Manuel Moreno Bonilla sea el nuevo Presidente de la Junta. Un pacto «de la vergüenza» que, nos guste o no, ha salido de las urnas del 2 de diciembre. Da pavor ver a Vox marcando la agenda política, con sus continuos mensajes contra los inmigrantes y el feminismo, pero no es menos cierto que sus escaños corresponden a votantes que en anteriores comicios elegían al PP, con lo cual no es un electorado que haya surgido ahora de repente. En eso creo que tampoco le ha costado excesivo trabajo ver que están en sintonía. Más bien los miedos podían ser por posibles consecuencias electorales, pero no por cuestiones ideológicas. El peligro a mi juicio está en que el PP y Ciudadanos se vean obligados a llevar al extremo las pretensiones del partido de Santiago Abascal. La lección que hay que sacar a todo esto para la izquierda es que nuestro electorado no se puede abstener, porque por muy poco convincente que pueda resultar el PSOE, Podemos e IU, la derecha está más fuerte y su bloque suma más votos y escaños. En el caso de Asturias, si incluimos a Foro, estaríamos hablando de cuatro fuerzas conservadoras y de tres progresistas. Las denostadas mayorías absolutas han pasado a convertirse en gobiernos que estarán formados por, al menos, dos partidos. Así será en el caso de Andalucía, donde Vox no formará parte del ejecutivo pero sí le dará su apoyo de cara a la investidura.

Reconozco que ahora más que nunca dudo qué lleva a la gente votar por una opción u otra. Entiendo perfectamente que en unas generales influya lo acontecido en el conjunto del país, ¿pero en las locales y para las autonómicas también debe tener su efecto? Da la sensación de que sí cuenta. Con lo cual, a veces no sabes si lo importante es el candidato o candidata, si es su programa electoral, si afecta mucho lo que hagan los líderes nacionales o si hay un cúmulo de factores que terminan por llevar a alguien a elegir una opción. Lo que está claro es que cada vez más la fidelidad del voto se difumina. Hasta hace poco la influencia familiar determinaba mucho, pero ahora podemos encontrarnos con que el voto del padre, de la madre y de sus hijos no es el mismo, y no solo eso, sino que lo que han podido votar hace cuatro años hoy lo pasarán al otro bando. Así entiendo perfectamente que sea casi imposible hacer una encuesta fiable.

Poco a poco se van conociendo los candidatos. Hoy estará en Asturias el presidente nacional del PP, cuyo «dedazo» ha decidido que Teresa Mallada y Alfredo Canteli encabecen las listas del partido a las elecciones en Asturias y en Oviedo. Al margen de que ambos tienen un perfil idóneo para el electorado al que se dirigen, lo que me deja ojiplático es que a estas alturas un partido que se dice democrático tenga estos modos de elección de sus candidatos. Celebro que en el PSOE hayamos aprendido que el partido no es de sus dirigentes, sino de todos sus militantes, y aunque nos quede mucho camino por recorrer y que aprender en cuanto a elecciones internas (sobre todo lo que tiene que ver con integrar a «los perdedores»), es mejor que se involucre a los afiliados en las decisiones determinantes (y sin duda la elaboración de las listas electorales es una de ellas).

El parón navideño ha dado paso a la precampaña que a mí seguro que se me pasará volando, en los que también habrá que ver si Pedro Sánchez consigue sacar adelante los presupuestos que hoy se aprobarán en el Consejo de Ministros. Haya o no elecciones generales, lo que sí hay que hacer es ponerse las pilas para evitar otro vuelco que no nos beneficia en absoluto.