El daño irreversible de la ruptura

OPINIÓN

15 ene 2019 . Actualizado a las 08:32 h.

Es su música diaria. «Brexit es brexit», insisten los tories, algún que otro laborista desorientado y eurófobos recalcitrantes. A las puertas del armagedón político, económico y social que provocará el divorcio del Reino Unido con la UE el próximo 29 de marzo, quienes entonces instigaron esa ruptura hoy disfrazan públicamente sus propios miedos con el mantra de que no hay ninguna otra alternativa viable a la salida.

Y lo cierto es que casi nadie quiere el acuerdo negociado por la primera ministra británica, Theresa May, con Bruselas. Ni sus defensores ni sus detractores ni la oposición en la Cámara de los Comunes. Ni siquiera la Unión Europea quiere que ese tratado Frankenstein llegue a ver la luz. La cuestión es saber si este martes el Parlamento británico cederá al miedo que provocan los fantasmas de un divorcio duro votando a favor del acuerdo de mínimos logrado por la premier, tan poco honroso para Londres como indeseable para los Veintisiete, quienes todavía esperan empujar al Reino Unido hacia la convocatoria de un segundo referendo.

Esa vía, la de una nueva consulta, solo podrá explorarse si el Parlamento británico rechaza, como es probable, el texto. Un no volverá a resquebrajar la tierra bajo los pies de May, pero abrirá una ventana de oportunidad para quienes desean, también en secreto, detener la cuenta atrás e intentar reescribir los términos del acuerdo, convocar elecciones o ir directamente a las urnas a revertir la salida. Al fin y al cabo, el brexit nunca significó simplemente brexit al otro lado del canal de la Mancha. También ha sido el resultado de delirios políticos, vendettas internas y ambiciones desmedidas. A 45 días de decir adiós, brexit significa «volvamos a negociar hasta resolver el entuerto». Pero no hay tiempo. Ni voluntad. Bruselas no está por la labor de hacer concesiones a quienes han intentado hipotecar el futuro del proyecto europeo. Sea cual sea la dirección política que tome hoy el Reino Unido, los británicos no podrán hacer borrón y cuenta nueva. El daño que este proceso ha infligido a la influencia y reputación del país será irreversible. No importa si se van, si se quedan o permanecen en un limbo eternamente, los lazos de confianza con la UE se han roto.