08 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La derecha española vuelve a la calle. No lo hace contra la corrupción ni para pedir mejoras sociales (en favor de las mujeres, los pensionistas y los parados, de la educación y la sanidad  pública…) pero sí, según ellos, para «defender» España. Mañana actuará de telonero Foro en una concentración en Oviedo y el domingo le tocará el turno al PP, a Ciudadanos y a Vox en la plaza de Colón de Madrid. ¿Razones? Que no creen en una salida dialogada con Cataluña, que les conviene la crispación al que haya acuerdo y, lo más evidente, que buscan movilizar a su electorado de cara a las próximas elecciones de mayo (lamentablemente se disputan a ver quién se queda con los más ultras).

No soy independentista, y me parece que los dirigentes políticos que comenzaron el llamado «procés» (y ahora se encuentran en la cárcel o fuera de nuestro país) han hecho el ridículo, porque han dividido más a la sociedad catalana y han alimentado un enfrentamiento que no les ha servido para nada, ya que Cataluña sigue sin tener ningún apoyo internacional para separarse de España. Ello no quita que piense que hemos llegado hasta aquí por judicializar la política, y bajo mi punto de vista no se va a solucionar así nada. Rajoy fue un lastre para nuestro país y el PP de Casado está radicalizándose tanto que no sé si se pueden tomar en serio sus palabras o si lo único que pretende al insultar a Pedro Sánchez es agitar y tensionar (más si cabe) la situación.

Hace una semana hablaba en mi artículo del Área Metropolitana Central de Asturias y concretamente al perjuicio que el localismo ocasiona en nuestra comunidad autónoma como la nuestra. Lo veo como una cuestión sentimental, sin razón alguna. Nadie te pide ni te pedirá que renuncies a lo que amas, a lo que quieres, a lo que sientes, pero en una sociedad abierta, plural, multicultural y desarrollada, me parece tribal esa «defensa» de un lugar. Para mí «defender» a Oviedo no es estar día sí y día también peleando con Gijón, aunque se vea que por redes sociales hay personas que parece que no tienen otra preocupación en la vida. Me resulta parecido al nacionalismo, a esa manera de creer que defiendes lo tuyo agitando una bandera, gritando contra alguien, insultando al diferente. La relación entre España y Cataluña es un asunto que debe solucionarse desde la política, y no me parece que entre personas sensatas sea complicado lograrlo. Es verdad que a través de las elecciones la ciudadanía elige a sus representantes y les mandata a llevar a cabo una serie de planteamientos, pero cuando uno ejerce un cargo público debe ser responsable de lo que hace y dice y por tanto no es de recibo que algunos se dediquen a estar como en la barra de un bar en vez de tener altura de miras.

¿Quiénes se manifiesten este fin de semana están en su derecho de hacerlo? Faltaría más, como no puede ser de otra manera, pero lo que intento reflexionar es que no es momento de echar más gasolina al fuego, sino de avanzar para que ni en Cataluña ni en España triunfen los nacionalismos excluyentes. Las paradojas de la vida: se repelen entre sí pero a la vez se retroalimentan y se benefician unos y otros, y en el medio los únicos perjudicados con los ciudadanos. #YoNoVoy.