El 12 de enero de 2010 un terremoto de magnitud 7,3 en la escala de Richter sacudió Haití. En aquel inicio de año este tema se convirtió en la noticia mundial más importante. Muchos países se volcaron en administrar ayuda internacional urgente, y cada año que iba pasando, un grupo de personas a través de las redes sociales pedían y rogaban que no se olvidase al país. Recuerdo que Forges en sus viñetas nos suplicaba que no borrásemos de nuestra mente aquella situación. Esta semana leí un artículo sobre aquel terremoto que me recordó que yo también participaba en esas campañas cibernéticas, e intentando tener la información más actualizada posible de cómo está hoy el país, debo decir que se ve que dejó de interesar hace mucho tiempo, porque apenas hay manera de saber qué fue de toda aquella crisis. La pregunta que me hago es si todos aquellos ríos de tinta en los medios de comunicación sirvieron para algo o si quienes más necesitaban de la solidaridad accedieron a esas ayudas o no. La respuesta no la he podido encontrar.
La guerra de Siria y las personas que se vieron obligadas a huir del país, ¿hoy dónde están? Día sí y día también estuvimos una temporada hablando de los refugiados, de la necesidad de acoger en Europa a estas personas y se llegó a criticar a los gobiernos nacionales por su nefasta actuación (e incluso se censuró el acuerdo con Turquía). A día de hoy no hay oficialmente una paz en el país, se entiende que toda esa gente sigue malviviendo y que nuestra amnesia ha olvidado lo que nos preocupó este asunto durante un tiempo.
Y otros tantos temas más, como Venezuela y Gibraltar, solamente entran en el interés informativo cuando conviene. Al final da la sensación de que no importa tanto el componente solidario sino la utilización de un hecho para un fin concreto. ¿Somos hoy todos Haití como hace nueve años? Parece que no.