Gijón medioambientalmente arruinado

OPINIÓN

Carbón en la playa de San Lorenzo, Gijón

25 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El Gijón de Moriyón, sucesora por línea democrática del tandem Arececes-Paz, se ha vuelto polucionado y ambientalmente agresivo, como nunca antes lo había sido en su historia: el concejo está contaminado por tierra, mar y aire. El año 2018 ha sido horripilante para la imagen de la ciudad más emblemática de la costa asturiana y para los planes de una alcaldesa que no sabe cómo liquidar unos problemas que la perseguirán mientras no los resuelva de verdad.

Los ciudadanos ya están hartos de que les digan que lo que ven con sus ojos son espejismos: que las aguas de baño está limpias, que la playa no pierde arena, que el Piles y su cauce no están contaminados, que la ría de Aboño no es una cloaca inmunda, que Peñarrubia no es un manantial de heces que llegan a la playa directamente, que las nubes de carbón son poco menos que fortuitas, que el carbón que lleva 33 años ensuciando las arenas de San Lorenzo no se sabe muy bien de dónde viene, y así sucesivamente.

Sra. Alcaldesa, como máxima responsable de la municipalidad gijonesa, como “concejala” responsable del Medioambiente gijonés, como Consejera de la Autoridad Portuaria de Gijón, como presidenta de las Juntas generales de EMULSA y de EMA, no le es permitido ignorar ni eludir sus responsabilidades mediambientales, ni mucho menos aún burlarse de la ciudadanía proponiendo soluciones dilatorias o fiándolo todo a estériles estudios cuyo objeto es  reconocer lo conocido, como pretende hacer con el carbón de la playa o con las nubes contaminantes que con tanta frecuencia nos encorajinan. Es una burla a la ciudadanía pagar a una empresa privada para lucir una bandera de calidad playera cuando parte de la playa es una cloaca completa. Es lamentable que se gasten los dineros públicos para crear accesos directos de los residuos industriales contaminantes de la factoría de Veriña al insuficiente aliviadero marítimo de Aboño; es decir, para que la mar se convierte en vertedero de productos presumiblemente tóxicos, con probabilidad de contaminar la pesca, los arenales y las aguas de baño. Una “solución” que parece de trileros.  Y para mayor desvergüenza cede la gestión y el control de los vertidos a la propia factoría sancionada hace poco tiempo por verter cianuro en exceso. 

Iniciamos este año de 2019 con una gran nube, supuestamente tóxica, cubriendo los barrios sometidos con mayor crudeza la desastrosa política medioambiental de su alcaldía, como lo son los situados al Oeste de Gijón. Pero esa nube sucede a muchas otras de las que se han producido en Gijón. El asunto no puede quedar reducido a un descuido, a un alarmante espectáculo de  luz y efectos especiales. No, lo más probable es que se trate de un problema de salud pública,  unas emisiones que tienen una estrecha correlación con el incremento de determinadas enfermedades graves. Las estadísticas así lo corroboran en otros países en los el desarrollo industrial ha supuesto un gran tributo en términos sociales.

Establecer un equilibrio entre las ambiciones e intereses económicos de los grandes empresarios y la salud pública ha de ser un imperativo para quienes gobiernan, pero el punto de nivelación no se puede situar en la tolerancia al 100 % y justificar esa actitud irresponsable como la única estrategia para salvar los empleos. Esa es una política propia de dictaduras tercermundistas. En los países como Alemania, Suecia, Holanda, etc, claro que existen problemas de esa naturaleza, por eso los gobernantes se esfuerzan en conciliar los intereses entre empleo y salud pública. Pero como resulta obvio, si la región, por razones espurias, se convierte en un parque nacional de industrias altamente contaminantes, las soluciones se complican.

La alcaldesa de Gijón debería ser consciente del grado de deterioro medioambiental al que ha llegado la ciudad y su entorno durante su mandato y debería actuar en consecuencia, defendiendo los intereses de la ciudad y poniendo en marcha un plan de actuaciones concretas. Lo más cómodo será dejar el muerto a quienes la sucedan. Y por ahí parecen ir los tiros, encargando estudios, y seguimientos o dando por resuelto y extinto, lo que está crudo y va a peor. ¿Qué se ha resuelto hasta ahora por esa vía? Nada.

Candido González Carnero. Candidato de Podemos al Congreso de los diputados