Urge una propuesta federal del Noroeste

OPINIÓN

27 feb 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando yo nací, Asturies tenía nueve diputados en Cortes. Cuando vote dentro de un par de meses tendrá siete. De los senadores mejor no hablar, porque en esta cámara territorial la representación de las Comunidades Autónomas de 2019 es irrisoria al lado de las provincias del antiguo régimen que poca o ninguna importancia deberían tener en la España autonómica.

De lo que escribo aquí, de la crisis política que vivimos junto a la demográfica, poco o nada les importa a quienes creen que la solución a nuestros problemas pasa por Madrid. Llevando las competencias autonómicas de esta autonomía en liquidación a su amado Madrid harán que la decente sanidad que tenemos y la educación a la altura de la finlandesa pasen a estar gestionadas con el mismo acierto a como lo están otras conocidas competencias estatales como el AVE, los Cercanías, el Aeropuerto o el peaje del Huerna. ¿Acaso no ha sido un éxito total la gestión estatal? ¿No es envidiable el aeropuerto asturiano y su oferta de vuelos? ¿No tenemos el peaje más barato de todos? ¿No tenemos acaso un AVE más rápido que cualquiera de los que unen Madrid con las otras veintipico capitales de provincia? ¿No son nuestros cercanías la envidia de los de Puerta de Atocha? Evidentemente que no. 

Las competencias estatales se deciden en Madrid; y en Madrid, el peso de Asturies que ayer fue de nueve hoy es de siete. Si nos fue mal antes, ahora nos irá peor. Si creemos que podemos seguir esperando una solución a nuestros problemas es que no hemos entendido nada de lo que ha pasado en estas últimas tres décadas.

La democracia representativa no es un sistema solidario de gobierno (¿Alguien pensaba que lo era? ¿Alguien pensaba que una decisión, por ser democrática era justa?)  La democracia representativa es un sistema en el que las decisiones se toman de acuerdo al peso de las diferentes partes que están en ella representadas. No hace falta ser ni politólogo ni un lumbreras para entender que un país que esté representado por 7 personas en una asamblea de 350 como es el nuestro no puede aspirar a nada más que a las migajas o, dicho de otra manera, a Aeropuertos decorativos, peajes caros, AVEs que nunca vienen, vías del FEVE que se caen cuando llueve o cercanías que no circulan.

Me encantaría que los que argumentan en Asturies a favor de la existencia de las circunscripciones oriental y occidental para defender las zonas menos pobladas y que no se haga lo que digan las ciudades defendiesen esos postulados con el mismo ahínco en Madrid cuando se trata de sobre-representar a Asturies frente a las todopoderosas Valencia, Cataluña, Madrid o Andalucía. Desgraciadamente callan. Desgraciadamente (aún más desgraciadamente) todo apunta a que van a seguir haciéndolo.

Asturies no tiene salida ni solución en este marco político. No es un problema coyuntural, ni es un problema de elecciones políticas o, dicho de otra forma, de elegir entre A o B, sino que se trata de un problema estructural, es decir, de que se nos deja elegir entre A o B pero no tenemos los medios para poder elegir C o D. Asturies puede elegir entre llorar mucho a Madrid o llorar poco, entre hacerlo con un pañuelo de papel o sonarse los mocos en la manga; pero no puede elegir ser relevante con sus escaños para dar una mayoría al partido o partidos ganadores. Aún ganando la mayoría absoluta de los escaños asturianos… ¿Qué son 4 escaños de 7 cuando para la mayoría hacen falta 176?

Las posibilidades de que las cosas salgan bien para Asturies son las mismas que las de que una moneda caiga de canto

Tenemos las mismas posibilidades de que estos 7 escaños nuestros sean relevantes para la configuración de una mayoría de gobierno o para la aprobación de un presupuesto de las que tiene una moneda de caer de canto. Es decir, la posibilidad existe, la probabilidad es casi nula. ¿Tiene sentido políticamente hablando confiar en un sistema así? ¿Tiene sentido jugarse a cara o cruz el futuro de Asturies cuando la única circunstancia en la que podemos ganar es que la moneda salga de canto? Claramente no.

Frente a esto, podemos optar por seguir fiando nuestro futuro a la indudable, objetiva y probable mala suerte que tendremos y hemos tenido estas últimas décadas, o podemos plantarnos y exigir una propuesta federal. Esta propuesta federal no debe ser una más que nos hagan Madrid o Cataluña, pues todos sabemos a qué nos han llevado las propuestas territoriales que amagostaron y prefabricaron políticos españolistas y catalanistas, sino que surja desde el Noroeste. Asturies tiene que proponer una España Federal en la que el estado federado de Asturies tenga las herramientas políticas y financieras para hacer frente a la creación de empleo y eso se consigue transfiriéndonos competencias, desde luego, pero también financiándolas de forma adecuada y dándonos el poder político necesario en las instituciones centrales para ser decisivos y contar. Es urgente, en este marco, la alianza con otros territorios con los que Asturies ha compartido una gran parte de su historia como son León o Galicia a los que hoy desgraciadamente no solo unen lazos culturales y lingüísticos sino problemáticas comunes: despoblamiento, envejecimiento, falta de desarrollo económico, emigración, pérdida de población joven… El drama de Xixón, Uviéu o Llanes es en buena parte mismo que el de Astorga, Benavente, Ponferrada o Lugo.

Una propuesta federal pensada desde la emigración, la despoblación, el envejecimiento y la ruina

Ante esta situación hace falta no sólo hacer una propuesta en clave asturiana, sino también tejer las alianzas con otros territorios que comparten la misma situación que la nuestra. Asturies debe ser, qué duda cabe, una pieza fundamental del régimen federal que viene; pero esto sólo lo podremos ser si conseguimos elaborar entre nosotros y en conjunto con gallegos y leoneses una propuesta federal sólida y clara. Una propuesta desde la solidaridad entre todos los territorios pero, también, desde un Noroeste que ha sido maltratado y vejado repetidas veces por una España que sólo ha sabido y querido desarrollar Madrid, Barcelona y el Levante.

Tenemos que tener en cuenta que somos casi cinco millones de gallegos, asturianos y leoneses que podemos ser no sólo la tercera vía federal o confederal entre autonomismo y centralismo, sino también  un actor decisivo para plantear las bases de un sistema federal territorialmente equilibrado, políticamente respetuoso, culturalmente plural y socialmente inclusivo. Llevamos en la sangre el ADN de la solidaridad minera y campesina, somos nacionalidades españolas que nunca fueron burguesas y hablamos lenguas a las que ningún banco dio nunca dinero. Nuestro futuro o lo escribimos en el Noroeste, o será muy negro.