Técnica de un golpe electoral

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

05 mar 2019 . Actualizado a las 09:23 h.

A los nueve meses justos de empezar a ejercer como presidente, Pedro Sánchez dio a luz su decisión más esperada: ayer mismo disolvió formalmente las Cortes, aunque ya venía actuando como si estuvieran disueltas por la riada de decretos-leyes que su Gobierno aprueba con frenesí. Los últimos metros de esta carrera a las urnas han sido perfectamente definitorios de una técnica electoral de libro y de laboratorio.

¿Cuál era el principal problema que tenía el señor Sánchez para pedir el voto fuera de Cataluña? Sus vínculos con los independentistas catalanes que, siendo positivos para desinflamar, nunca fueron bien explicados a la ciudadanía. ¿Qué hizo Sánchez frente a ello? Aparentar que cortaba por lo sano y declaraba rotas las negociaciones. Como el lector recuerda, la ficción tuvo un complemento increíble: decirnos a todos, como si fuésemos imbéciles, que el independentismo quería la autodeterminación.

¿Cuál era el siguiente problema? Aprobar los Presupuestos con el visto bueno independentista. Sería una lacra difícil de borrar. Y Sánchez, debidamente asesorado por su equipo de imagen, decidió que llegaba más limpio a las elecciones sin ese contagio. Era preferible mostrar su cara más social a través de la técnica de los decretos que con una imagen de sumisión a los enemigos de España.

Tercer desafío para mejorar la imagen del candidato: conseguir que la de sus adversarios fuese peor. Y ahí contó con el inesperado regalo de la plaza de Colón que, debidamente administrada por los medios afines, consiguió que Sánchez representase la moderación frente a los radicales de la derecha, mezclados en confuso tropel… y frente a los radicales de izquierda, a quienes por ahora la Moncloa negó todo protagonismo, no sea que le vayan a morder electorado.

Quedaba un detalle: poner la fecha a las elecciones. Convenía que fuese muy próxima al 8-M, el día de la exaltación del feminismo, terreno en que Sánchez se cree imbatible. Y así se convocaron para el 28 de abril, sin tener el cuenta el juicio del procés ni otras necesidades nacionales. Convenía a los intereses del señor Sánchez y punto.

Esta crónica no tiene el menor asomo de crítica: nunca hubo ni habrá un gobierno que convoque elecciones para perderlas o sin una preparación mínima para ganarlas. Esta crónica es, por tanto, un reconocimiento al talento en la estrategia política. Ese derroche de talento solo tropieza con dos problemas. Uno, que se haga de forma tan descarada, que se vuelva contra el autor, y creo que está ocurriendo. Otro, que la realidad corra más que los estrategas. Y ayer corrió más: desde el año 2013 no hubo un mes de febrero peor para el empleo. Y esa realidad no se la salta ni una encuesta de Tezanos.