Por qué debe ganar el Sporting

Luis Fernández
Luis Fernández REDACCIÓN

OPINIÓN

Tifo en El Molinón en memoria de Quini
Tifo en El Molinón en memoria de Quini

24 mar 2019 . Actualizado a las 11:27 h.

El Sporting tiene exactamente 23.360 razones para ganar este derbi. No debe hacerlo por el siempre presente Quini, ni por su hermano Castro ni tan siquiera por Ángel Viejo Feliú. Tampoco por los míticos Cundi, Ferrero, Ablanedo o Joaquín. El Sporting está obligado a ganar al Oviedo por los 23.360 fieles que, a principio de temporada, decidieron renovar su abono. Con ellos, el equipo tiene una deuda que solo se comenzaría a saldar con una victoria este domingo.

Ni el largo historial de fracasos de los Fernández ni una desastrosa planificación deportiva en la que el primer delantero de la plantilla llegó a falta de tres días para que comenzase la temporada -y lo hizo lesionado- consiguieron desanimar a una afición que sigue volcada con los suyos. A pesar de que ni un solo movimiento del pasado verano invitaba a la esperanza, 23.360 forofos dieron la cara aun a riesgo de que volvieran a cruzársela. Todavía no se la han partido pero ya está roja de llevar tortazos. 

Inasequibles al desaliento a pesar de una temporada en la que el equipo deambula por mitad de la tabla sin un objetivo claro, una victoria contra el Oviedo permitiría, aunque sea levemente, sacar una sonrisa a esos 23.360 incondicionales. La asistencia a El Molinón supera las 17.000 personas cada jornada, pero para esta batalla volverá a colgarse el cartel de «no hay billetes». Y es que, aunque inmersos en la medianía, este partido no es uno más. Es el partido.

Algunos futbolistas recuerdan que son solo tres puntos, y para ellos puede que así sea. Pero no para los aficionados. El Sporting no se entiende sin el Oviedo y el Oviedo no sería lo mismo sin el Sporting. Por eso, al partido del domingo se le debe dar la importancia que merece: ni más ni menos que la fecha marcada en rojo en el calendario de los 23.360 fanáticos para los que el Sporting es lo más importante entre las cosas menos importantes de la vida.

La actual afición del Sporting está condenada a seguir a un equipo que en las dos últimas décadas solo le ha dado unas pocas alegrías. Dos ascensos, un puñado de permanencias, y poco más. Durante ese tiempo, al Oviedo le ha ido peor. Mucho peor. Pero ahora la situación se ha equilibrado. Desde que los dos equipos volvieron a coincidir, el Oviedo ha ganado dos derbis y ha empatado uno. Hay toda una generación de sportinguistas que ha visto a su filial ganar al eterno rival, incluso golearlo, pero que no ha disfrutado de lo que supone que el primer equipo se imponga al vecino. Por eso, al Sporting ya le toca ganar.

Los aficionados de los equipos grandes no entienden la pasión que genera un equipo que no gana títulos. Por eso resulta complicado explicar lo que sentiremos esos 23.360 irreductibles -más los que hayan comprado su entrada en taquilla- cuando nuestro Sporting salte al campo. En ese momento ninguno se acordará de que fuimos grandes y de que estamos instalados en la vulgaridad de la segunda división. Nadie pensará en que, aunque ganemos, hace falta un milagro para salvar la temporada. En ese momento todos empujaremos en la misma dirección con un único objetivo: que esos 23.360 fervientes sportinguistas abandonemos el templo del fútbol con la satisfacción del deber cumplido. ¡Que comience el espectáculo!