La servilleta de Laffer, guía fiscal del PP

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

11 abr 2019 . Actualizado a las 07:51 h.

Arthur Laffer ha entrado en campaña. No de cuerpo presente -el hombre tiene 78 años de edad-, sino como el mago que consiguió la cuadratura del círculo en materia fiscal: si bajan los impuestos, aumenta la recaudación tributaria. ¿Hay algún hijo de vecino al que no le fascine esa teoría? ¿Pagar menos al fisco y, sin embargo, disponer de más dinero para reducir el déficit público o financiar la sanidad, la educación y las pensiones?

Antes de aguarle la fiesta, amigo lector, no me resisto a presentar al protagonista y la génesis de su descubrimiento. En 1974 comían en un hotel de Washington, donde poco antes se habían rodado escenas de El Padrino, cuatro personajes. A la mesa se sentaban el jefe de gabinete del presidente Gerald Ford, su segundo de a bordo, un periodista del Wall Street Journal y Arthur Laffer, joven profesor de la universidad de Chicago. Y fue entonces cuando nuestro hombre, para ilustrar las bondades de la bajada de impuestos, garabateó en la servilleta, blanca y de tela, su famosa curva acampanada. Los extremos de la gráfica son impepinables: si usted suprime los impuestos, la recaudación será nula; y si los coloca en el 100 % de la renta, tampoco habrá ingresos. Entremedias, la curva tiene un tramo ascendente: subir los impuestos incrementa la recaudación. Y una cuesta abajo: a partir de cierto punto de presión fiscal, la subida de impuestos reduce la recaudación. Como supuestamente los países desarrollados ya han superado ese nivel confiscatorio, bajar impuestos tiene efectos benéficos y ninguna contraindicación.

La servilleta de Laffer, cedida por el museo donde habitualmente se exhibe, conforma el núcleo del programa económico del PP. Sirve de bandera para atraer incautos. Le permite a Casado anunciar su revolución fiscal y su promesa de devolver 16.000 millones de euros a los españoles: reducirá las cotizaciones sociales, rebajará dos impuestos -IRPF y sociedades- y suprimirá otros cuatro tributos: patrimonio, sucesiones, donaciones y actos jurídicos. Y si alguien, seducido por tan golosa promesa, se inquieta por la cojera de las cuentas públicas o la solvencia del Estado del bienestar, ahí está Daniel Lacalle para disipar los temores: «Se recauda más bajando impuestos a las familias y a las empresas». Lo dice la servilleta: si Casado perdona 16.000 millones en impuestos, la economía se reactiva y Hacienda recaudará más de 16.000 millones del ala. «Rebaja fiscal expansiva», en palabras del gurú.

Lástima que los experimentos realizados, desde Reagan a nuestros días, evidencien lo contrario: todos redujeron los ingresos y dispararon el déficit. Ya lo había advertido Galbraith, desde su elevada estatura física e intelectual: «Nadie en su sano juicio se tomó en serio la curva de Laffer». La receta mágica, que permite compatibilizar bajada de impuestos, reducción del déficit y mantenimiento del gasto, solo funciona cuando la economía marcha como un cañón. Es decir, cuando al Estado, con cuentas equilibradas y gastos cubiertos, le sobran recursos y los devuelve al contribuyente.