Ciudadanos y PP de acuerdo: que gane Sánchez

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Óscar J.Barroso - Europa Press

17 abr 2019 . Actualizado a las 07:47 h.

Ya es oficial. A pesar de la lucha a cara de perro en la que, para gozo de sus adversarios, llevan meses enzarzados Ciudadanos y el PP en algo parecen haberse puesto de acuerdo ambos partidos: en hacer, al alimón, todo lo posible para que Sánchez gane las elecciones generales.

Su principal contribución a tan paradójico objetivo ha sido una precampaña desastrosa, centrada, contra toda lógica política sensata, en competir con Vox en lugar de hacerlo con el PSOE. Esto último habría resultado, claro, muy complicado si el sanchismo no fuera el directo heredero de la izquierda radicalpopulista de Rodríguez Zapatero, sino algo similar al pragmatismo socialdemócrata que practicó durante años el Partido Socialista dirigido por González.

Pero con un PSOE que llegó al poder tras pactar una moción de censura con Podemos, Bildu y los insurrectos catalanes para echar a un presidente que le aventajaba en 53 diputados. Y con una ejecutoria de gobierno en la que su presidente ha llegado a hacer lo que no hizo ¡nunca! ningún ejecutivo en España antes que el suyo -negociar con un ex miembro de ETA la convalidación de varios reales decretos ley y pactar con el secesionismo echado al monte una mesa de partidos para negociar un documento donde se incluía el derecho a la autodeterminación- permitir, e incluso facilitar, que Sánchez se presente ante los electores como al adalid de una política moderada y centrista frente al independentismo y eso que el propio líder socialista ha dado en denominar las tres derechas resulta, como mínimo, una formidable irresponsabilidad y, en todo caso, una solemne estupidez.

Pues bien, si faltaba algo para el duro, PP y C’s volvieron a echar su cuarto a espadas en defensa de la victoria del PSOE al aceptar un demencial debate a cinco (PP, PSOE, Podemos, C’s y Vox) que solo podía beneficiar a Vox y a Sánchez. No otro es el motivo por el que quien se había negado a debatir en TVE con las tres grandes fuerzas nacionales que tienen representación parlamentaria -que es lo coherente en un sistema democrático- o a hacerlo con el líder de la oposición mayoritaria (de hecho ahora mucho más grande que el PSOE: 137 frente a 84 diputados) aceptó encantado un debate con un partido que no tiene más presencia nacional que la virtual que le otorgan las encuestas.

El debate a cinco habría sido un batiburrillo -¡puro espectáculo circense!- inservible salvo para que el representante de Vox, que no tiene nada que perder y todo que ganar, le hiciese el juego a Pedro Sánchez, el moderado sobrevenido que volverá a ejercer de radical en cuanto, de nuevo, tenga que pactar el Gobierno con Podemos y, en su caso, con los independentistas. El PP y C’s hubieran acudido al matadero tan contentos, de no ser porque, con buen criterio jurídico, la Junta Electoral Central ha suspendido la función. A eso se le llama ser salvados por la campana en el último minuto.