A Sánchez el debate le salió por la culata

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

JUAN CARLOS CARDENAS

21 abr 2019 . Actualizado a las 09:29 h.

Con la impagable ayuda de Vox, que no podría dañar más al centro-derecha si a Abascal lo financiase la Moncloa, la campaña le estaba saliendo fetén a Pedro Sánchez. Llegó al poder y gobernó con el sostén del populismo izquierdista y el separatismo echado al monte, pero estaba logrando presentarse como un moderado garante de la unidad de España. Imposibilitado para formar mayoría sin el apoyo de Podemos y, probablemente, de todo el antiespañolismo presente en el Congreso, Sánchez estaba consiguiendo transmitir que el 28 tendremos que elegir entre el PSOE y el caos y no entre dos frentes populares: uno formado por la izquierda, la extrema izquierda y el separatismo y otro por el centro, la derecha y la extrema derecha.

Para colar como certezas ambas falsedades, los comerciales socialistas planificaron una campaña en la que su candidato (muy mal valorado por los españoles, pese a superar a los demás) evitase el riesgo de salir a campo abierto. Porque debatiendo de tú a tú sería mucho más difícil defender la moderación de quien ha gobernado con el radicalismo populista-separatista y hacer creíble un Gobierno sin hipotecas cuando la media que atribuyen al PSOE los sondeos está en torno a 125 diputados. Ese grave riesgo había quedado claro en el debate celebrado el martes en TVE cuando la representante socialista se negó varias veces a aclarar si un futuro Gobierno socialista indultaría a los separatistas del procés en el caso de que fueran condenados.

La cosa, para Sánchez, por tanto, estaba clara: ni cara a cara con Casado, ni debate a cuatro. El presidente solo aceptaría un debate en Antena 3 con presencia de Vox, que le permitiría mantener su estratagema de yo o el caos.

Pero en esto la Junta Electoral Central prohíbe tal debate con toda la razón; PP, Podemos y Ciudadanos aceptan que sea a cuatro; y Sánchez, que no quiere ni oír hablar del asunto, no solo se desmarca, sino que presiona vergonzosamente a TVE hasta lograr que la cadena pública, en una escandalosa decisión, cambie la fecha del debate a cuatro que pretendía organizar para que se solape con el de Antena 3. El objetivo era tan sucio como obvio: hacer que los dos debates coincidiesen para evitar que pudieran celebrarse, pues la alternativa sería uno (el de Antena 3) con tres competidores (PP, Podemos y Ciudadanos) y otro (el de TVE) con Sánchez peleando con su sombra. Uno más de los esperpentos a los que el líder socialista nos tiene habituados.

Lo peor de este episodio vergonzoso no ha sido el inmenso ridículo que ha hecho el presidente, obligado a rectificar ante las airadas protestas de los demás partidos y las duras críticas a TVE procedentes de sus Consejos de Informativos por manejos tan impresentables. Lo peor es que Sánchez vuelve a demostrar que carece de escrúpulos y que para él el fin (ganar) justifica siempre cualquier medio. Si a alguien le quedaba aún alguna duda ya lo sabe.