Cyrano en campaña

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

24 abr 2019 . Actualizado a las 07:21 h.

Son los candidatos electorales como el joven Christian de Neuvilette, aquel cadete que pretendía a Roxane en Cyrano de Bergerac. Los políticos se lanzan a la conquista como si fueran galanes inventados en busca de un guion propio. Los que les chivan las cifras y las letras y les escriben sus genialidades y sus mantras, esos Cyranos particulares, quizás tengan mano para el verso, porque lo que es la prosa... Los protagonistas de esta obra teatral tan pronto te hablan del sonido del silencio o te hacen la cobra con los debates como te recitan la Constitución española con la cadencia que merece una obra poética o incluso te la firman en Sant Jordi, como si los denostados artículos hubieran sido fruto de su propia inspiración. Nadie diría que esta generación política es la que brotó y creció en la televisión. Parece mentira que todos se hayan curtido en tertulias, platós, mesas redondas y portavocías de distintos focos y colores. Todo ese presunto bagaje audiovisual y digital para repetir consignas como en tiempos del Catón, en aquellos años en los que la vara no era la de medir, y para aportar más preguntas que respuestas. La conclusión inmediata es que el sistema educativo está muy necesitado de clases de expresión oral, de fundamentos para la argumentación y la réplica, de un salvavidas que impida los naufragios en público.

Pero da la sensación de que, al margen del resultado que salga de las próximas elecciones generales, el votante, después de estos días y meses de drama, romance y tragicomedia, de una forma u otra tendrá que quedarse con una de las frases más famosas de Cyrano: «¡Y al finalizar, os hiero!».