Noche de lobos en la televisión

OPINIÓN

JUAN MEDINA | REUTERS

24 abr 2019 . Actualizado a las 07:21 h.

En tres días será cuarto menguante, pero sin luna llena y todo salieron los lobos al plató de la televisión. Estaba escrito en el guion. Normal, aunque a veces soporífero. No eran los lobos de Félix Rodríguez de la Fuente. Eran los hombres-lobo. Sánchez sacó el suyo a los cinco minutos, justo media hora antes que en TVE. Quién mejor que alguien que se llama Pedro para avisar de ¡que viene el lobo! Cuatro palabras, o tres letras, pueden valer una campaña. Los lobos de Casado y de Rivera son unos cuantos y cuentan que los trae Sánchez. Pablo Iglesias se guardó sus lobos. Lleva dos días descubriendo al mundo su vocación de moderador. No ocultó que quiere ser ministro. El hombre que ordenaba a golpe de tuit llamó al diálogo. Nunca es tarde para reformarse. Habló mejor de Sánchez que casi el propio Sánchez. Sánchez a la defensiva, Sánchez crispado. Sánchez, presidente a veces. Rivera enseñó fondo de chistera: papeles, libros, fotos del Otegi cocinillas. Es como si tuviera, el hombre, síndrome de Diógenes: lo guarda todo, y lo escupe todo. A lo mejor le funciona. Se vio ganador y eso no siempre es bueno. Repartió estopa a todo el que se le puso por delante, y delante, claro, estaba también Casado. Fue el momento de gloria de Sánchez: «Están ustedes de primarias». El líder del PP fue muy PP. Quiso mostrar a España la imagen de buen hijo, buen marido, buen padre y buen cuñado. Veremos lo que suma. Ni siquiera un debate a cuatro es una ciencia exacta. Estos dos eran de cuatro pero hubo un cara a cara en toda regla. No el que pidió Casado hasta la extenuación. Un toma y daca, crispado, entre Albert Rivera y Pedro Sánchez. ¿Enemigos para siempre? En política, siempre puede durar solo hasta el domingo.