El prodigio de un presidente cambiante

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

24 abr 2019 . Actualizado a las 07:21 h.

Antes y después de los debates de TVE y de Antena 3, todo el que quisiera sabía en España cuáles eran los planes sobre alianzas parlamentarias de Casado (gobernar con Ciudadanos y, si fuera necesario, con el apoyo externo de Vox), de Rivera (idéntico planteamiento, pero con él de presidente si logra colocarse por delante del PP) y de Iglesias (un gobierno de coalición con los socialistas y con el apoyo externo de los separatistas si los diputados del PSOE y de Podemos no suman la mayoría necesaria). Antes del debate nadie sabía cuáles eran los planes sobre alianzas parlamentarias de Pedro Sánchez. Y, después del debate, todos seguimos sin saberlo.

Y no lo sabemos pese a que el presidente candidato fue interrogado en repetidas ocasiones sobre esos dos asuntos, decisivos para despejar la cuestión fundamental de cómo piensa gobernar si se cumplen los pronósticos de la práctica totalidad de las encuestas: la de si intentará o no formar gobierno con Ciudadanos; y la de si está o no dispuesto a indultar a los acusados del procés, en la hipótesis de que resulten condenados. ¿Respuesta de Sánchez a ambas cuestiones? Un silencio sepulcral.

Un silencio que dice sobre los planes del PSOE mucho más que mil palabras. Su líder no quiere aclarar si intentará o no gobernar con Ciudadanos (pese al rotundo rechazo de Rivera a tal posibilidad) porque su único plan es mantenerse en el poder a cualquier precio. Si el PSOE sumase con los naranja, Sánchez echaría sobre ellos todo el poder del que un Gobierno es capaz de disponer para intentar doblegar la negativa de Rivera. Si no lograse ese objetivo, o no sumase con Ciudadanos, Sánchez cambiará de plan para intentar gobernar con Podemos y, si es necesario, con los nacionalistas. El presidente no quiere descubrir que esta es su estrategia porque hacerlo significaría reconocer que esta dispuesto a aplicar un programa moderado con Ciudadanos y uno extremista con Podemos, lo que pondría en evidencia que su única preocupación es seguir en la Moncloa.

El silencio sobre la segunda pregunta, importantísima, de la que Sánchez no quiere ni oír hablar (si su Gobierno indultará o no a los separatistas insurrectos en el caso de que fueran finalmente condenados) responde a la misma lógica: dejar abierta la puerta a indultar o no indultar dependiendo de que necesite o no los votos de los separatistas para renovar su mandato tras las elecciones generales.

En suma, y esto es lo verdaderamente relevante, los debates han confirmado lo que todo el mundo ya sabía. Sánchez está dispuesto a gobernar con Ciudadanos, un partido centrista y antinacionalista, y a hacerlo también con los izquierdistas de Podemos y con los separatistas. Dicho en plata, y parafraseando a Groucho Marx, Sánchez tiene unas ideas, pero si no le convienen, tiene otras que, sorprendentemente, ¡son justamente las contrarias! Una joya, este presidente, que no nos merecemos.