El mapa político en Asturias: el tsunami de la derecha y las restas que quizás sumen

OPINIÓN

Las urnas repletas de votos para el Congreso y el Senado, en Pola de Siero
Las urnas repletas de votos para el Congreso y el Senado, en Pola de Siero

30 abr 2019 . Actualizado a las 12:00 h.

Como las citas de fútbol coperas, la política asturiana afronta un partido de ida y vuelta. En menos de cuatro semanas llega el momento definitivo, con una cita electoral -municipal, autonómica y europea- que definirá el mapa regional para los próximos cuatro años. ¿Qué lecciones caben extraer de este 28-A para el 26-M? Un PSOE consolidado que no debería confiarse, un PP y Foro en presunta caída, un Ciudadanos y Vox en decidido ascenso dentro de la derecha desintegrada (el pequeño tsunami conservador) y las dudas de la desunión de Podemos e IU: ¿suman o restan o restan y suman? Pero todas las fuerzas políticas son conscientes de que el escenario es diferente, que unos comicios regionales y locales se rigen con distintas reglas de juego; la cercanía, especialmente en el plano municipal, es un hecho relevante. Que el «efecto arrastre» de abril puede ser un empujón al precipicio.  

PSOE: una victoria incontestable, ¿y repetible?

Viernes sociales, una tradición histórica acompañada por la presencia de Sánchez en Asturias, una campaña sin desatinos y con reflejos (el retraso en el estatuto de electrointensivas se palió con el anuncio de una partida de 200 millones en cuestión de horas), el valor del voto útil ante el advenimiento de la ultraderecha que restó apoyos a Unidas Podemos, una movilización general de la izquierda y del votante femenino que benefició en todo momento a los socialistas. Factores que les han aupado a los 205.916 votos, 58.000 más que en 2016. La cifra se forma sumando los 35.000 votos que Unidas Podemos se deja en el 28-A y la movilización de otros 23.000 votantes que optaron por el silencio en 2016. Adrián Barbón llega bien posicionado a la cita del 26-M: una proyección de los resultados del domingo le llevaría a los 17 escaños en Asturias. Incluso podría elegir compañeros de pacto (¿izquierda o Ciudadanos?) Pero las circunstancias de la cita de mayo van a ser muy diferentes, y parece difícil que el voto se repita con las mismas condiciones, habida cuenta del relativo éxito de Vox y de la posible extinción del voto útil. En todo caso, que disfrute del momento: el PSOE solo perdió en cinco concejos y ganó de largo en plazas como Oviedo, Gijón y Avilés y en las tres circunscripciones. Una victoria incontestable. Es decir: que el partido avejentado que era incapaz de penetrar en las ciudades es ahora un partido urbanita. Todo un «plot point» electoral.   

PP-Foro: ¿en caída libre?

El tsunami de la derecha que ya sufrió la izquierda con la ascensión de Podemos se ha hecho realidad. La desintegración es un hecho. La coalición PP-Foro daba por hecho los dos escaños y pugnaba por un tercero, pero el fracaso ha sido mayúsculo. Isidro Martínez Oblanca no ha alcanzado siquiera el escaño y la pérdida es un abismo: casi 100.000 votos menos que en 2016. Vox les ha absorbido cerca de 70.000 y Ciudadanos los otros 30.000 en estas teorías de vasos comunicantes. La profunda crisis que vive el PP asturiano no ha ayudado en la labor de un Pablo Casado desdibujado en el centro y muy perfilado hacia la extrema derecha. Las insólitas puñaladas internas pasan factura y el PP de Cherines y Teresa Mallada afronta una cita en mayo que puede ser un despeñadero: esto sí que es un «efecto arrastre», a las profundidades abisales. Ambas pueden decir que lo vieron venir (ninguna apoyó a Casado en las primarias) pero la derrota puede ser histórica, peor aún que el papelón de Isabel Pérez Espinosa en 2011. La coalición ocupó el domingo la cuarta posición en la circunscripción central, un dato medular para contemplar sus expectativas: la impresión es que el PP está en caída y Ciudadanos en ascenso. Las aspiraciones de Carmen Moriyón en Foro pasan por dar batalla en el área central, de subsistir especialmente en Gijón, pero Ciudadanos y Vox son los nuevos rivales a batir. Una batalla entre cuatro fuerzas similares por un pedazo de tarta reducida de la que se beneficiará el PSOE. Foro tiene otra carta bajo la manga: confiar que la izquierda continúe con su enemistad en Gijón para mantener la alcaldía con Álvaro Muñiz. Es su último bastión. Su pérdida sería irreparable para la estructura del partido.  

Unidas Podemos: ¿suman o restan?

El papel de Pablo Iglesias en los debates cuajó una remontada en la semana final que permitió salvar los muebles. 35.000 votos menos que deja a Juan Ponte fuera del parlamento nacional y a Sofía Castañón dentro de él. El voto útil para frenar el frente Vox-PP-Ciudadanos  ha sido su punto débil. Su granero sigue siendo el área central (fueron segunda fuerza) pero siguen sin penetrar en las alas (cuarta fuerza), lo que dinamita sus potencialidades. Al 26-M acudirán desunidos, con Lorena Gil y Ángela Vallina como presidenciables, con la sabida ausencia de Gaspar Llamazares, que escogió desacertadamente el 28-A como fecha de debut. (Actúa ha cosechado solo 30.000 votos en España, 16.000 menos que Recortes Cero). En mayo se sabrá si el cuatrienio de Emilio León y Daniel Ripa y sus estrategias de desgaste ha sido bien recibidas por el electorado asturiano; si son un partido clave o irrelevante en el tablero político asturiano. IU también se juega su preponderancia con posibles pactos futuros: el 26-M revelará si la coalición con Podemos suma o resta. O si mejoran sus resultados por separados: una resta que suma. Y si mantiene su poder local en ayuntamientos importantes como Langreo, Mieres y Castrillón. Barbón les observa detenidamente.

Ciudadanos: en ascenso, pero sin pueblos    

Ignacio Prendes vuelve a ser diputado nacional y las cifras le avalan: 29.000 votos de ganancia, un total de 103.864 papeletas, a apenas 7.000 de la coalición PP-Foro. Ciudadanos le está disputando ya a los populares la hegemonía del centro/derecha en Asturias y la simple proyección del voto les llevaría a los ocho diputados en la Junta General, que podría convertir a los naranjas de Juan Vázquez en la segunda fuerza en el Principado. El exrector puede ser la pieza dovela de un futuro gobierno en Asturias, todo ello con permiso de Albert Rivera y de sus líneas rojas. Pero Vázquez, que es ambicioso, aspira a más: a desbancar con claridad a Mallada y a acercarse a los resultados de Adrián Barbón. Al fin y al cabo es una anomalía: un hombre de centro izquierda en un partido de centro derecha. Ciudadanos ha logrado buenos resultados en las tres grandes ciudades (en especial Oviedo) y es tercera fuerza en la circunscripción central, pero la conquista del Oriente y Occidente es inexcusable para sus aspiraciones. Sin pueblos no hay victoria. Ojo al papel de Ignacio Cuesta en Oviedo, en disposición de ser alcalde (un tripartito de derechas en el caso de sorpasso al PP) o de decidir quién es el alcalde de la capital en caso de que sea la tercera fuerza. O Wenceslao López o Alfredo Canteli.    

Vox devora a su padre

Cosecharon 1.442 votos en 2016 y el domingo alcanzaron los 71.454 respaldos. Las encuestas «fake» lanzadas en los últimos días de campaña llevaron sus expectativas a los 70/80 diputados que los convertían en segunda fuerza nacional. El bulo era un bulo, como ya hemos comprobado, pero no hay que infravalorar los resultados del nuevo populismo de derecha radical que representa Vox. Ha llegado en el momento preciso, ante la indecisión del PP como derechita cobarde y ha deglutido a 70.000 votantes populares, que se han pasado sin dudar a la trinchera abascaliana. Vox ha devorado a su padre, una imagen muy goyesca. Su votante es también urbanita y una proyección de los resultados del domingo les podría otorgar entre cuatro y seis escaños en el parlamento nacional. José María Figaredo es un desconocido que quiere darse a conocer. No en este periódico, que ha sido vetado por Vox, algo que recuerda a un viejo régimen que quiso ser grande y libre.