02 may 2019 . Actualizado a las 19:16 h.

De los resultados del domingo hay muchas conclusiones que sacar, pero si hay una que para mí cobró especial relevancia fue la de que menos mal que las tres derechas no lograron sumar mayoría absoluta. La amenaza certificada en Andalucía podía darse a nivel nacional pero al igual que hay muchas cosas que criticar a este país, es justo reconocer que cuando se necesita que la gente responda así lo hace. Un 75% de la población fue a las urnas, lo que es de agradecer, y dejó claro que no desea un trifachito en La Moncloa.

Ahora se abre un periodo de negociaciones con un ojo puesto en las próximas elecciones, que lógicamente todos quieren ganar. El PSOE se siente crecido y con músculo para afrontar el reto, mientras el PP se ha llevado tal castigo que veremos cómo responden sus candidaturas a Europa, a los ayuntamientos y a las comunidades autónomas donde hay elecciones. Me imagino que el batazaco de Pablo Casado conllevará que reduzca su participación en mítines y actos, aunque el líder de los populares no ha realizado la más mínima autocrítica salvo para cesar de sus funciones a Maroto (que no ha conseguido escaño) y a Teodoro García Egea como responsables de la campaña pasada.

En la ‘nueva política’, Ciudadanos ya le pisa los talones al PP, aunque no ha conseguido superarle. La presidenta del Banco Santander y otros potentes empresarios ya empiezan a manifestar su deseo de que el próximo gobierno salga de un pacto entre Pedro Sánchez y Albert Rivera, pero espero que el Secretario General del PSOE tenga muy en cuenta a la militancia que en Ferraz le dejó claro que ‘no’ con el candidato naranja. Podemos ha bajado en votos y por tanto en escaños, lo que interpretan desde la formación morada que el PSOE ha tenido «votos prestados» por concentrar el voto de izquierdas en Pedro Sánchez para evitar que la suma de las derechas. Ahora su principal preocupación parece estar en la de exigir su entrada en el próximo Gobierno nacional, lo que ya Carmen Calvo ha avisado de que la intención inicial de los socialistas es gobernar en solitario.

Vox irrumpe en el Congreso con menos fuerza de la que esperaban, hasta tal punto que han pedido un recuento de los votos (imagino que será para llamar la atención una vez más). Es evidente que su resultado a quien ha perjudicado es al PP, y se demuestra por tanto que el votante de la ultraderecha en España se situaba en el partido de la calle Génova. Los resultados en el País Vasco (ni PP, ni Ciudadanos ni Vox han conseguido representación) y en Cataluña (con la victoria de Esquerra) han dado la victoria al PNV y a Esquerra, lo que interpreto como un ‘éxito’ más de la derecha española, la cual señala continuamente a estas dos comunidades autónomas en sus ataques y lógicamente en esos territorios su presencia institucional se reduce a la irrelevancia.

Ahora estamos a las puertas de una nueva campaña electoral. Será una especie de segunda vuelta, donde todo el mundo apunta que no se pueden extrapolar los resultados del pasado domingo con los que habrá el 26 de mayo. Pero al menos, noticias como que 36.447 personas en Oviedo/Uviéu dieron la victoria al PSOE (por primera vez desde 1987 que no gana el PP) dan un buen sabor de boca y levantan el ánimo ante otro reto difícil que espero se produzca: que la izquierda plural consiga la mayoría en ayuntamientos (como el de la capital de Asturias) y en comunidades autónomas (como la nuestra).