Partido Popular, momento crucial

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

04 may 2019 . Actualizado a las 09:43 h.

El Partido Popular está metido en la duda hamletiana de ser o no ser. El período de reflexión que se ha dado para debatir cuál es su futuro después de la catástrofe electoral del 28A lo ha dividido en varias facciones: quienes creen que hay que dar un giro al centro, como Pablo Casado, y quienes opinan que, además, hay que revisar la estrategia -y «ser quienes somos»-, como Núñez Feijoo; quienes creen que los cimientos de la crisis están en Rajoy, como Esperanza Aguirre, y quienes defienden a Rajoy porque sacó el doble de diputados que el presidente actual, como Feijoo (también); quienes se recrean en buscar las causas en Vox, que son muchos, y quienes consideran de hay que olvidarse de otros partidos y centrarse en las ofertas del PP, como Fernando López Miras, presidente de la Región de Murcia; y quienes entienden que el mal procede de Aznar y Faes y hay que mirar más a Feijoo y a Juan Vicente Herrera, como el vicepresidente de Castilla y León, José Antonio de Santiago-Juárez, y quienes opinan que Aznar es un gran capital político del partido.

Estas pinceladas, extraídas de las declaraciones de los últimos dos días, confirman que el PP está sufriendo una crisis de identidad. Es lo normal después de un resultado tan estruendosamente negativo. Lo mismo ocurrió al PSOE cuando Podemos le hizo dudar sobre su liderazgo de la izquierda. Las diferencias entre el entonces presidente de la gestora socialista, Javier Fernández, y Sánchez fueron cainitas. Decía Tierno Galván que «Dios no abandona al buen marxista» y resultó ser verdad: el PSOE superó aquella crisis con las peripecias que el lector recuerda y una dosis de fortuna que parece acompañar al rey de la resistencia, que se llama Pedro Sánchez.

De cómo el PP salga ahora de esta encrucijada depende su porvenir y el de su presidente. ¿Cuál es su mayor riesgo? Que todos sus dirigentes se enzarcen en polémicas sobre el ser y el no ser, porque los ciudadanos las interpretarán como división. El silencio no atrae votos, pero la incontinencia los espanta. ¿Cuál es la estrategia más visible por la sociedad? Que esos dirigentes dejen de hablar de sí mismos y de fabular sobre pactos secretos nunca demostrados y se acerquen a los problemas de la ciudadanía. ¿Qué es lo fundamental que deben corregir? Dejar de ser el partido del no, incapaz de suscitar adhesiones, y comenzar a ser un partido de propuestas, sector por sector. ¿Y cuándo hay que hacer todo eso? Ya mismo, porque dentro de tres semanas, un sábado como hoy, volveremos a estar en jornada de reflexión. Y ese día no habrá bromas: si el Partido Popular gana, se acabaron los problemas; si vuelve a perder de forma tan notoria, habrá llegado la hora de exigir responsabilidades y habrá que buscar una nueva dirección.