Nacho Manzano, un ingeniero gastronómico para Las Piraguas

OPINIÓN

Nacho Manzano
Nacho Manzano José Luis Cereijido

13 may 2019 . Actualizado a las 09:12 h.

Es uno de esos genios e ingenios que solo da el secreto influjo del Sueve y los Picos de Europa, con permiso del rey Sella. Y es que Nacho Manzano, que más un cocinero es un ingeniero gastronómico, es un fenómeno inexplicable sin la influencia de su amadísimo clan familiar y de los vientos siempre propicios de La Salgar.

Su aire travieso y esa pinta de celta espabilado y juguetón, hacen de Nacho un eterno adolescente que maneja los fogones con el ímpetu de un estudiante aventajado y apasionado del conocimiento.

Lo de Nacho tiene mucho mérito, entre otras razones porque ha sabido gestionar como pocos la inmensa potencia mental y emocional que le proporcionó el singular gineceo en el que ha nacido y crecido, rodeado de Olgas por partida doble (su madre y su hermana mayor), y a continuación de Esther y Sandra.

Como también tiene mucho mérito el hecho de que aquel ‘culoinquieto’ que fue, decidiera un día tomar el camino de la total libertad creativa a través de una filosofía autodidacta y absolutamente reivindicativa de la identidad territorial.

Esa doble valentía hizo posible algo impensable desde Asturias hasta entonces, y fue poner, cual capitán de los tercios de Flandes, una pica que en este caso viajó a Londres.

Como si fuera Verdi o Wagner, Nacho Manzano hizo del pitu de caleya - un perfecto desconocido fuera de las fronteras de nuestras aldeas hasta hace poco tiempo - un personaje de rango operístico, que llega a desafiar a su propio creador.

Con la dosis justa de chovinismo a la asturiana, Nacho es un rapsoda culinario que recita en cada plato lo mucho que le ha gustado aprender de sus ilustres antepasadas y lo mucho que disfruta apoyándose, compartiendo conocimiento y vivencias con sus hermanas.

No siente ningún complejo por ser un sencillo chico de pueblo, sino todo lo contrario: eleva esa circunstancia al rango de abierta universalidad y ahí reside una de sus grandezas.

Así que Nacho nos muestra cada día lo saludable que es la ausencia de complejos y el buen rollo que proporciona a la hora de pensar y aplicar lo que se piensa.

El Sella, uno de sus caudales inspiradores y uno de los escenarios de su vida, aguarda su figura este año para recitar desde la tribuna de los elegidos por la Providencia el pregón y el himno de Las Piraguas.

Nacho Manzano, el hijo de Olga y de Marcial, el vecino de siempre, el chaval trabau que se puso el mundo por montera, y puso la montera en el mundo, entonará el Asturias Patria Querida - el himno de Las Piraguas -, y hará que resuene en todo el valle la ilusión sin límite de un parragués sin fronteras.