Albert Rivera es la muleta

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

02 jun 2019 . Actualizado a las 11:25 h.

Ni bisagra ni futuro líder. Aceitosa bisagra no le queda demasiado bien al impecable aspecto de liberal que tiene Albert Rivera ni se ajusta del todo a su papel tras las dos elecciones sufridas. Futuro líder, que es lo que quiere ser, es hoy un absurdo. El futuro no existe en política. Albert es una muleta en el Congreso y en comunidades y ayuntamientos. Nada más ni nada menos. Una muleta para el PSOE o para desalojar a la izquierda de plazas claves como Madrid. Si le parece poco, que piense que Iglesias o Abascal se han quedado en muletillas. No alcanzan ni la condición de muletas.

En política de muletilla se suele pasar a anécdota de la historia. Como muleta, aún puedes jugar tus cartas e intentar salvar el pellejo. Sánchez, ante el riesgo de hacer ministro al señor de Galapagar, ha peregrinado a Macron para pedirle ayuda. Macron presionaría a Rivera para que deje de darle la espalda a los socialistas. Sánchez, capaz de todo, incluso no ha tenido problema en decir en voz alta que Ciudadanos tiene que pensarse lo del cordón sanitario al PSOE. Le gusta tanto la Moncloa que no descarten una foto de Sánchez y Rivera abrazados. El dinero es el que manda. Y el Ibex no deja de soñar con esa alianza. Pero, son tantos los escenarios abiertos, que el papel de muleta de Ciudadanos puede cantar más que nunca. ¿Muleta en la mano derecha para Madrid, como en Andalucía, y en la mano izquierda para el Congreso y la presidencia de Sánchez? Se le pondría cara a Rivera de casa de apuestas. Regalarle Madrid por partida doble, ayuntamiento y comunidad, a Casado es como alimentar con dos platos y postre a tu rival directo. Encima Abascal ha despertado y no le vale la solución andaluza. Esta vez quiere tajada. Está harto, con razón, de que Ciudadanos lo utilice, pero con guantes y sin imágenes. Abascal también busca ser útil a sus votantes. Rivera solo juega con una ventaja. Sánchez lo necesita, aunque parezca increíble, o tiene que regresar a la casilla en la que hace ministro a Iglesias, otro que ha espabilado. Iglesias, como Abascal, quiere sacar algo de su condición de muletillas, antes de retirarse de la obra. Iglesias, con un ministerio, sería como un niño llevando un camión. Abascal, con consejerías o concejalías en Madrid, otro tanto de lo mismo. Y además obligaría a Rivera a retratarse con los ultras. No sé si Rivera tiene mal dormir, pero la Historia lo ha puesto en una encrucijada de muy difícil solución. O acierta o hará verdad que el partido naranja era una efervescencia en este país camino de la irrelevancia como Iglesias y Vox.