El sudoku nacional

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

08 jun 2019 . Actualizado a las 10:08 h.

Los pecados de juventud se pagan cuando llegas a mayor, que me lo digan a mí. Los pecados políticos de la inexperiencia se pagan también, que se lo digan a Pedro Sánchez. Su ministra portavoz difícilmente puede pedir la abstención del Partido Popular en la investidura, después de haberle negado lo mismo a Mariano Rajoy en el 2015. En consecuencia, Sánchez tiene que sacar fuerzas de flaqueza de sus mayoritarios, aunque modestos, 123 escaños, decir que dobla en representación al PP y asegurar que solo hay dos alternativas: «O gobierna el Partido Socialista, o gobierna el Partido Socialista». Después del «no es no», el «sí es sí».

Lo curioso es que terminó la ronda de consultas del rey y Sánchez no tiene ningún apoyo explícito. Está obligado a pagar los precios que le reclaman: UPN, la presidencia de Navarra; el PNV, que no entregue el Gobierno navarro a UPN; el Partido Regionalista de Cantabria, un AVE y otras inversiones; Compromís, una mejor financiación para la Comunidad Valenciana; Coalición Canaria, que no gobierne con Podemos; Podemos, que entre en el Gobierno… De independentistas no hablamos, porque Sánchez ha vuelto a prometer que solo negociará dentro de la Constitución y ahí no están ni Esquerra, ni el partido de Puigdemont, ni EHBildu.

Es decir, que Pedro Sánchez no tiene que hacer un gobierno, sino resolver un sudoku, sin despreciar una indeseada repetición de elecciones. José Félix Tezanos Tortajada, presidente del CIS, seguramente tiene la última palabra. El Centro de Investigaciones Sociológicas es el comodín de los gobiernos. Si Tezanos asegura que el PSOE aumenta el número de votos, adelante con los faroles y a las urnas. Si Tezanos vaticina repetición, Sánchez es capaz de hacer a Iglesias ministro de Hacienda, ahora que se ha revelado lo bien que la pareja Pablo-Irene Montero administran su patrimonio.

Pero no estoy defendiendo esa tesis. Ni siquiera la veo probable. Sería, además, una operación de alto riesgo para la imagen de estabilidad. Solo expongo la dificultad del momento. Las urnas negaron la mayoría absoluta y con ello impusieron la necesidad de pactar. Pero en este país es muy difícil, porque nuestros políticos viven con la mirada puesta en las siguientes elecciones. Todo se hace en función de la rentabilidad electoral futura. Y así nunca podrá haber un Gobierno estable porque, números en mano, solo podría salir de una coalición. Pero unos, como Ciudadanos, la niegan porque se la tienen jurada a Sánchez. Otros, como el PSOE, rechazan hacerla con Podemos porque no se fían. El PP ni lo plantea, porque teme que Ciudadanos se quede con el monopolio de la oposición. Y los nacionalistas están vetados por la opinión. ¡Qué país más difícil de gobernar!

?Pero en este país es muy difícil pactar, porque nuestros políticos viven con la mirada puesta en las siguientes elecciones