El horizonte de Sánchez

Carlos G. Reigosa
Carlos G. Reigosa QUERIDO MUNDO

OPINIÓN

10 jun 2019 . Actualizado a las 07:32 h.

Ocurrió no hace mucho. Pedro Sánchez tenía un problema de difícil solución por sus pocos escaños, pero ahora tiene varias opciones para formar Gobierno gracias a los apoyos -ninguno gratis- que le ofrecen otras fuerzas políticas que parecen disputarse la propia opción de apoyarlo. ¡Quién se lo iba a decir en los tiempos de sus fracasos! Pero estos cambios ocurren en la realidad, y de hecho ya están sucediendo. Estos días el problema de Sánchez es cómo evitar que se le cuelen aquellos apoyos que luego puedan dedicarse a aportarle más problemas que soluciones. En esto trata de afinar ahora.

 Porque si algo ha aprendido Sánchez es que los errores se pagan, y mucho más cuando el líder dominante (él, ahora) es el responsable de llevar la iniciativa. Él ya ha dejado de ser el desesperado que recorría España en busca de apoyos y ahora vive sosegado en la Moncloa, en espera de que los vientos amainen y los demás vayan decantando sus posiciones y la fórmula (o el precio) de sus apoyos o abstenciones.

El verdadero problema vendrá después, cuando los excluidos empiecen, a su vez, a buscar fórmulas de entendimiento o de acecho contra el adversario instalado en el poder. De hecho, ya han empezado, pero el panorama todavía es demasiado complejo e incierto. Hay muchas fuerzas en juego, y unas son compatibles entre sí y otras no. Este es un punto en el que Sánchez sigue teniendo los vientos a favor. Pero no tardarán en asomar nuevas correlaciones de intereses que, al cabo, se abrirán paso para complicarle las cosas en distintos lugares y en asuntos hoy aparentemente imprevisibles. Porque los problemas de España seguirán y evolucionarán, y tal vez algunos puedan ir a peor.

¿Y las coaliciones? Serán indispensables y las habrá, unas a favor de Sánchez y otras en contra, como es natural. Con estos bueyes tendremos que arar en el futuro y, con un poco de suerte, no lo empeoraremos todo. España es un estado moderno en una Unión Europea todavía consistente, a pesar del montón de líos internos que habrá de superar con talento y capacidad de negociación y acuerdo. No será posible satisfacer la ambición de todos, pero todos tendrán algunas oportunidades en los tiempos que vienen.