Juego de trinos

Javier Guitián
Javier Guitián EN OCASIONES VEO GRELOSS

OPINIÓN

PACO RODRÍGUEZ

19 jun 2019 . Actualizado a las 07:57 h.

Sabemos, desde hace tiempo, que el abandono del medio rural y las prácticas agrícolas tienen efecto en la riqueza y abundancia de aves. De manera concreta, la agricultura tradicional tiene un efecto positivo en ambas variables mientras que, en sentido contrario, el actual abandono del campo les afecta negativamente.

Lo que no teníamos tan claro, y ahora lo sabemos, es que las aves de nuestras ciudades están sufriendo también una fuerte regresión que, en algunos casos, las convierte en especies amenazadas. Los casos de las golondrinas y los gorriones, nuestras aves más familiares, sirven para ilustrar estas tendencias en nuestros campos y ciudades.

La golondrina común está en regresión por un cúmulo de factores, como el despoblamiento rural, que ha hecho que sus lugares de cría sean abandonados o destruidos, y por el uso intensivo de insecticidas y otros productos químicos en el campo, que reducen su potencial reproductor y eliminan su principal fuente de alimentación, los insectos. Además, la falta de lugares adecuados para nidificar en las construcciones modernas contribuye a su descenso

En el caso de los gorriones, España podría haber perdido 30 millones en los últimos años. Desde las últimas décadas del siglo XX los ejemplares de esta especie han disminuido año tras año, y, en la actualidad, en ciudades como Londres, Bruselas o Hamburgo han desaparecido. Si esto no se detiene en pocos años tendremos ciudades verdes sin gorriones.

Una quinta parte de las especies de aves en el mundo viven en ciudades y muchas de ellas están amenazadas, como el gorrión, por el uso masivo de insecticidas tóxicos, el aumento de la contaminación del aire, los elevados niveles de ruido o la reducción de las zonas donde pueden construir sus nidos. Muchos de estos factores afectan sin duda a la calidad de vida y salud de la población, aunque desconocemos con cuánta intensidad.

La desaparición de las aves de nuestros campos o ciudades es crucial y su descenso está indicando que algo no funciona. Los que vivimos en pueblos no podemos imaginar la vida sin las aves porque forman parte de ella, se pasean por plazas y ventanas y nos acompañan con su magnífico juego de trinos. En las ciudades tal vez no se echen tanto de menos, pero reflejan muchos aspectos de la calidad de vida de las mismas.

La pérdida de aves, urbanas o rurales, es un indicador más que sumar a la creciente reducción de la biodiversidad en los países europeos: muchas especies de plantas, insectos o peces se encuentran en una encrucijada. Ahora las aves con las que convivimos nos avisan del peligro. La desaparición de golondrinas y gorriones es un mal presagio porque donde no hay aves no hay vida, tampoco para nosotros.

Mientras tomo una cerveza en el muelle, los gorriones se posan en mi mesa. Todo va bien.