Déjelo, Rajoy, es imposible

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

J.J. Guillén

21 jun 2019 . Actualizado a las 12:06 h.

Mariano Rajoy ha vuelto a hablar de política y lo hizo como un hombre con mucha experiencia en tareas de gobernación. Sabe lo que es dirigir un país en minoría parlamentaria. Sabe lo que es inspirar confianza en otros gobiernos y en el delicado mundo de los inversores. Y sabe lo que puede asustar a los mercados un equipo dominado por socialdemócratas, pero en el que hay ministros o altos cargos de un partido que tiene dentro un fuerte sector anticapitalista. Por eso el anterior presidente se pronuncia por una alianza de gobierno que garantice una sólida mayoría que sea capaz, además, de elaborar un programa «que dé tranquilidad y pueda gobernar».

¿Qué fuerza política es esa en la que piensa Rajoy? Él mismo lo dijo: Ciudadanos. Y no creo que lo diga por simpatía por Albert Rivera ni nadie de su equipo. Lo dice por lo que sabemos todos: porque Ciudadanos es el único partido capaz de sumar los suficientes escaños para completar la mayoría absoluta sin necesidad de andar mendigando votos de otras minorías o suplicando a los independentistas que se abstengan para ser investido en segunda votación. Es tal el equilibrio que hay que hacer para una suma suficiente que vuelve a asomar la estampa de Frankenstein y nadie sabe qué precios habría que pagar. Entre ellos, el de un diálogo con secesionistas, que siempre tendrán la autodeterminación en su mochila de reclamaciones.

Si es así, la pregunta es por qué Pedro Sánchez no lo intenta y por qué Albert Rivera se mantiene en su tajante negativa. La respuesta quizá sea mucho más de interés de partido que de incompatibilidades ideológicas. Sánchez no lo intenta porque después de haber lucido un eslogan que dice «somos la izquierda» y haber montado dos campañas contra «las tres derechas», piensa que su electorado nunca le perdonaría que metiera a una de esas derechas en su gobierno o que acordara un programa con ella. Y no descarto que quiera una alianza con Podemos, a pesar de todos sus riesgos, porque es mejor contar con la complicidad de Pablo Iglesias que tener que soportarlo en la oposición.

Respecto a Albert Rivera, lo que siente ante Pedro Sánchez no es solo antipatía, sino rencor malamente disimulado. Optó por la alianza con los conservadores, aunque le suponga disgustos y mala imagen por los motivos que sintetizó Manuel Valls. Su objetivo en esta legislatura es ganar la simpatía de la derecha sociológica para ir comiendo terreno al PP con la ilusión tantas veces repetida de desbancar a Pablo Casado como el líder conservador de referencia. Es muy triste que estas razones estratégicas, incluso oportunistas, sean más importantes que las razones que invoca Rajoy, pero qué le vamos a hacer: nuestra política es así.