Unos apuntes de orgullo obrero y gay

OPINIÓN

07 jul 2019 . Actualizado a las 09:59 h.

No sé si saben ustedes quien fue Mark Ashton, y tampoco sé si soy yo la persona más indicada para hablar de él, pero voy a hacerlo igualmente y sin pedir permiso.

Mark Ashton nació en 1960 en Irlanda del Norte. A finales de los setenta se trasladó a Londres. Trabajó disfrazado de camarera, parece ser, y ya en los ochenta se hizo voluntario de un teléfono de ayuda a lesbianas y gays. Miembro del Partido Comunista de Gran Bretaña, fue secretario general de las juventudes comunistas de su país hasta su temprano fallecimiento en 1987.

Ashton era comunista y homosexual. En aquellos terribles años ochenta, el gobierno ultraconservador de Margaret Thatcher estaba en guerra abierta con los mineros del país. Cuando la National Union of Mineworkers convocó la huelga que duraría nada menos que un año y el gobierno le retiró los fondos, la situación de los mineros en huelga era muy delicada. Mark Ashton y su amigo Mike Jackson pensaron que la clase obrera estaba siendo atacada y oprimida, y que el colectivo LGTBI debía apoyar a los mineros. Mark conocía perfectamente los problemas de los trabajadores, especialmente los del sector textil, que era al que pertenecían sus padres. Así nació Lesbians and Gays Support the Miners, a raíz de la recaudación para apoyar la huelga minera que se hizo en el Orgullo de 1984. La organización llegó a tener once secciones repartidas por todo el Reino Unido. Organizaban viajes a las zonas mineras para apoyar la huelga y recaudaron miles de libras para los trabajadores. A estas alturas de columna, supongo que todos saben que me refiero a la persona real en cuya historia se inspira la divertida y conmovedora película de 2014, Pride.

Mark luchó toda su corta vida por una alianza entre los trabajadores y el colectivo LGTBI, alianza que defendió valientemente entre sus reticentes camaradas del Partido Comunista y entre el no menos reticente colectivo LGTBI. Cuando un conocido tabloide publicó en su portada que los pervertidos apoyaban a los mineros (Perverts support the pits!) Mark Ashton respondió organizando un festival de música, Pits and Perverts, en el que actuaron nada menos que Bronski Beat, banda liderada en aquel entonces por el gran Jimmy Sommerville.

En junio de 1985, una comitiva de 150 mineros de todo el país encabezó el desfile del Día del Orgullo Gay en Londres. Allí, los mineros aseguraron que ahora sabían de los problemas de otros sectores de la población, al igual que Mark Ashton aseguraba que «no se puede ser gay y preocuparte solo de los problemas de los gays». No fue una victoria, ni escribo sobre transversalidad. Los mineros perdieron casi todo y un año después de la muerte de Ashton, en 1988, se aprobó una ley contra la promoción de la homosexualidad en las aulas, sea lo que sea eso, e incluso se prohibió enseñar que se gay es algo aceptable: el tristemente conocido Artículo 28, que no fue derogado hasta 2003. A pesar de todo, esta no deja de ser una historia real de solidaridad, de unirse en lo común, sin chorradas, sin compartimentos ni secciones para cada colectivo en la manifestación, una historia real de apoyo y comprensión, de lucha sin cuartel.

Hoy, aquí, el programa político de Vox, ese partido tan retrógrado que hasta tiene su propio Monasterio, es abiertamente homófobo y terroríficamente antiobrero. Muy Margaret Thatcher, al final. Llegados a este punto, no sé ustedes, pero yo prefiero un Mark Ashton antes que doscientos Fusaros. Prefiero ir de la mano de los pervertidos. Siempre.