Tapen esa langosta

Mariluz Ferreiro A MI BOLA

OPINIÓN

10 jul 2019 . Actualizado a las 07:25 h.

Yair Bolsonaro compartió paparota con el embajador israelí. El plan incluía enchenta en un restaurante de Brasilia y partido de la Copa América. El exmilitar compartió viandas y duelo futbolero con su amigo, Yossi Sheli. El diplomático fue el máximo responsable de los servicios postales en su país y es una persona de confianza del primer ministro, Benjamin Netanyahu. Llegó a sonar para ocupar un cargo ejecutivo en el Likud. Y resulta que también tiene muy buena relación con Bolsonaro. Hasta ahí todo dentro de lo esperado. Pero, como ahora los políticos, las entidades y organismos son unos tuiteros verbeneros, Sheli quiso compartir desde la cuenta de la embajada una imagen con el presidente. Los dos, sentados a la mesa, sonríen con sus copas, su cesta de pan y dos platos que han sido víctimas de una cruel edición fotográfica: su contenido ha sido sombreado con sendas cruces oscuras. Todo para tapar un manjar sospechoso, que no debería estar allí. ¿Qué es lo que intentan ocultar Sheli y compañía? Pues dos langostas. Y no es porque quisieran evitar la ostentación gastronómica y el chorreo culinario. La decisión de emborronar la vajilla se tomó porque la langosta no es un alimento kosher, no se considera apto según los principios del judaísmo. De ahí la censura. No puede ser que un miembro del Likud se luzca ante los restos de un crustáceo devorado. Seguro que el embajador se debatió al menos durante un momento entre el riesgo de que la gente se enterara del pecado y el afán de protagonismo y optó por la chafallada intermedia. La ortodoxia, de boquilla y mejor para el prójimo. Y para otros, la langosta.