El reloj se ha puesto en marcha

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

26 jul 2019 . Actualizado a las 08:25 h.

Tictac, tictac. El reloj se ha puesto en marcha. Anulada la carrera del 28A por descalificación de los corredores, la bronca ruptura entre PSOE y Unidas Podemos ha significado el pistoletazo de salida del nuevo maratón electoral, cuya meta se sitúa en el 10 de noviembre. Analizar a esta hora los prolegómenos de la carrera, ofertas y contraofertas de sillones o de cuotas de poder, ofensas varias y apelaciones a las bandas de facinerosos o de mariachis ya no tiene sentido. Me limitaré, pues, a una constatación previa: el público, el de las bancadas de la derecha y de la izquierda, está decepcionado. Intensamente defraudado. Premisa que suscita tres reflexiones: quiénes son los culpables del laberinto en que nos han metido, a quiénes favorece a priori la repetición de la carrera y, finalmente, qué posibilidades existen de parar el reloj antes de que el BOE publique la convocatoria de elecciones.

Acerca de las responsabilidades, sostengo que son compartidas por todos los líderes que nos han tocado en suerte. Entre todos la mataron y ella sola se murió. Ciertamente, como no puede ser de otra manera, existen diversos grados de culpa. Cada uno de nosotros impondríamos condenas diferentes, más o menos severas, y hasta alguna absolución, a los actores principales de este drama. Yo tengo clara mi opinión, pero en este día de frustración no quiero seguirle el juego a ninguno ni participar en su guerra por el relato, que solo persigue abrirse hueco a codazos en una carrera que a los españoles ni les conviene, ni deseaban. Después de echarnos en cara que no hemos sabido votar el 28A, a los ciudadanos nos endilgan un dilema del que siempre saldremos malparados: o los mandamos a hacer puñetas, como nos pide el cuerpo y nos impide nuestra razón democrática, o volvemos a jalear, sin pizca de ganas y mucho cabreo, a nuestro caballo favorito.

¿A quién favorece esta irresponsable carrera? La respuesta se inscribe en la esfera de la predicción que, a juzgar por lo visto, se me da bastante mal. Los que sí puedo señalar, sin temor a equivocarme de nuevo, son los perjudicados por el bloqueo. Primero, España y los españoles. Su nave seguirá a la deriva hasta el 2020 como mínimo. Sin timón ni brújula ni rumbo conocido, y con el riesgo de encallar en los múltiples escollos económicos y políticos que se avecinan. Y segundo, la izquierda -he ahí el pírrico triunfo de la triple D-, desleal con el mandato de los ciudadanos e incapaz de administrar su encargo. Una izquierda empecinada en internarse en las tinieblas, con una parte que va directamente al suicidio y otra que marcha a una aventura de incierto desenlace.

Tictac, tictac. ¿Alguien puede detener todavía las manecillas del reloj? Alguna posibilidad existe, pero a ver quién es el majo -Iglesias o Sánchez, Casado o Rivera- que se apea de la burra, hace acto de contrición y reconoce que los españoles merecemos otra cosa. Y aunque el milagro se produjese, ¿quién nos garantiza el parto de una criatura sana y robusta después de tan convulsa y extemporánea gestación?