De Hong Kong a Moscú y Estambul

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

08 ago 2019 . Actualizado a las 08:19 h.

La mayoría de los analistas coinciden en señalar que la economía de Rusia, China y Turquía se está ralentizando. Tres países asiáticos -y digo asiáticos porque, por mucho que se empeñen los turcos, el escaso territorio que gobiernan al otro lado del Bósforo no los convierte en europeos- cuyo crecimiento económico ha mantenido a la población anestesiada frente a la ausencia de libertades y derechos, pero que a partir de ahora pueden sufrir revueltas sociales.

China, el paradigma del comunismo político y el liberalismo económico, tiene que afrontar no solo el frenazo a las exportaciones a uno de sus mayores mercados, el estadounidense, sino la cada vez mayor reticencia de Occidente ante la inundación de productos baratos que han acabado con muchas industrias locales de calidad pero con mayores costes de producción. Con un crecimiento del 6 %, la paz social está garantizada, al menos de momento, salvo por las protestas sostenidas del único bastión con cultura democrática: Hong Kong. El silencio informativo en el continente puede que impida el contagio, pero el Gobierno de Pekín no podrá posponer medidas que palíen los grandes retos que se aproximan.

Rusia es harina de otro costal. La economía ha dejado de ser pujante y las medidas gubernamentales no están dando sus frutos, lo que se ha traducido en las primeras manifestaciones importantes en Moscú desde el 2011. El catalizador ha sido la eliminación de todos los candidatos a la alcaldía que no comulgan con el zar Putin. La detención del opositor Navalny y su ingreso en un hospital aquejado de una más que sospechosa reacción alérgica -los envenenamientos son marca de la casa y, probablemente, un triste legado del pasado en el KGB de Putin-, así como una contundente actuación policial con más de 1.000 detenidos, han frenado momentáneamente las protestas, pero es de esperar que en breve estas vayan en aumento a medida que la crisis económica se agrave.

Y en Turquía la pérdida de la alcaldía de la capital económica, Estambul, solo es el primer aviso del descontento social con el sultán Erdogan.