«Habemus praeses»

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

21 ago 2019 . Actualizado a las 09:12 h.

Es tan poca la premura que tiene Pedro Sánchez por alcanzar acuerdos para continuar en la Moncloa que ha tenido que ser Unidas Podemos quien haya dado el primer paso para recuperar el tiempo perdido. El presidente, que había situado el plazo de dos o tres semanas para retomar los contactos, va a tener que dedicar un par de horas a leerse el documento de cien páginas que ayer le hicieron llegar.

Tampoco necesita más tiempo porque las opciones que le presentan parecen, pese al rechazo inicial de los socialistas, encajar con sus exigencias. Aceptada, como ya hicieron en el anterior intento, una vicepresidencia para Irene Montero, con Derechos sociales e Igualdad, la exclusión del Ministerio de Trabajo en alguna de las cuatro opciones de UP puede dejar el camino abierto para la alianza. Todo lo demás, también las nuevas cargas fiscales y lo de la mesa para Cataluña, es negociable.

Pero es que además, en este tiempo de descanso, el presidente Sánchez habrá tenido ocasión de meditar sobre los peligros de una repetición electoral. Habrá analizado con calma resultados de municipales y autonómicas donde los socialistas fueron primera fuerza y no logran gobernar, por el acuerdo del tridente ultra. Y habrá percibido el cansancio del electorado ante una nueva consulta y el clamor general por una rápida formación de Gobierno.

Sánchez e Iglesias están condenados a entenderse. Aun con la necesidad de contar con formaciones menores. Por mucho que se empeñen en criticarse y en asegurar que ya no existe una confianza mutua. Las clases dirigentes nos tienen acostumbrados a recuperarla en cuestión de minutos. Por eso la propuesta de ayer se antoja lo bastante abierta como para servir de arranque de la nueva negociación. Y de un acuerdo que acabe con la fumata blanca y el consabido habemus praeses, que es lo mismo que decir tenemos presidente.

Cualquier otra salida no haría más que manifestar la cerrazón y altanería de un presidente al que todas las apuestas hasta ahora le han sido favorables. Pero él también sabe que todo tiene un límite.