06 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando las fiestas de San Mateo hayan concluido, el calendario nos pondrá en los 100 primeros días del bipartito PP-Ciudadanos y, a nivel nacional, o tendremos un Gobierno de Pedro Sánchez o estaremos de nuevo en precampaña. Mi olfato me lleva a pensar que el 10 de noviembre habrá elecciones, porque no veo a Unidas Podemos cediendo a sus pretensiones de puestos en el Consejo de Ministros ni al PSOE aceptando la entrada del partido morado en el Gobierno Nacional. La duda estará en saber si alguno de los bloques obtendrá la mayoría o si seguirá todo igual, aunque parece, según las encuestas, que el PSOE subirá, pero no llegará a los 176 ni con la ayuda de Unidas Podemos. Por tanto, creo que la repetición de las elecciones tiene que ser el último recurso porque sin ser adivino creo que se puede concluir con que la ciudadanía no va a cambiar significativamente su voto y, por tanto, no habrá cambios fundamentales.

También veo cierta posibilidad de una gran abstención, sobre todo en la izquierda, que ojalá no sea así para evitar que nos lleve a que Pablo Casado sea el próximo Presidente del Gobierno. Seguramente Ciudadanos y Vox no consigan la misma fuerza que en abril, porque en el caso del partido naranja su cercanía al PP le ha costado la salida del partido de hasta alguno de sus fundadores y Vox parece que fue un soufflé, con lo cual su votante retornará al partido de la calle Génova, que por cierto esta semana ha quedado absuelto en el caso de la destrucción a martillazos de ordenadores.

Quiero aprovechar para felicitar a todas las personas elegidas para formar parte del Gobierno de Adrián Barbón. Les deseo suerte y mucho ánimo ante la tarea que tienen por delante, sin duda complicada, pero que confío que su buen hacer conlleve éxitos para todos. Me encantaría que el presidente del Principado fuera el primer dirigente en no mezclar el Día de Asturias, el día de todas y todos los asturianos, con el Día de Covadonga, una celebración de un credo religioso que poco o nada está en estos momentos adecuado a los tiempos que corren en cualquier asunto que se analice. La fe en una religión es un asunto privado, personal (y totalmente respetable) y quienes queremos un país laico vemos que aunque cambien los gobiernos y las personas hay temas que permanecen, y en este caso me parece que ya va siendo hora reglar la representación institucional en este tipo de actos.