La gran manipulación educativa

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

DGA - ARCHIVO

07 sep 2019 . Actualizado a las 15:40 h.

La denuncia de los editores de libros de texto provoca escalofríos. La presión de los gobiernos de las autonomías les obliga por «mecanismos bastardos» a publicar obras que contienen «lo que los gobiernos quieren y no lo que la ciencia dice». El presidente de la Federación de Gremios de Editores de España citó tres casos realmente ilustrativos de esa perversión: en los libros de Cataluña no deben existir los Reyes Católicos; en los de Canarias no se habla de los ríos porque en las Islas no existen ríos; en los de la Comunidad Valenciana se veta a Lázaro Carreter por haber dicho que el valenciano es un dialecto del catalán. Se podrían citar otras muchas perversiones. Por ejemplo, que en Cataluña un escolar aprende que esa comunidad limita al Sur y al Oeste con el Estado español o que en las regiones de impulsos independentistas se falsifica la historia española. O la discriminación cultural, que lleva a ensalzar autores autóctonos y a silenciar a grandes maestros de la literatura. Y yo puedo citar el caso de mi hijo pequeño que, como estudia en Madrid, lo sabe todo de los ríos madrileños -«arroyo aprendiz de río», llamaba Quevedo al Manzanares-, pero no le enseñaron nada del Miño.

Los gobiernos autónomos niegan estas presiones y el Ministerio de Educación, de quien depende la alta inspección, no quiere pasar por nulidad inoperante y reta a los libreros a que denuncien ante la Justicia a quienes les extorsionan. Verdad contra verdad, me permitirá el lector que dé más crédito a los editores que a la autoridad política. Entre otras razones, porque cuanto dice un editor se puede comprobar en sus libros y en las experiencias personales de cada uno.

Título de este triste episodio: la educación, al servicio de los caprichos de los gobernantes autónomos. Y en los lugares donde hay independentismo, al servicio de las ambiciones separatistas. 17 autonomías, 17 historias, 17 geografías, 17 literaturas: el menosprecio de la cultura nacional en beneficio del localismo. La forma más hiriente de propiciar la desigualdad educativa. La pésima formación de ciudadanos en conocimientos que debieran ser universales. Suprimir reyes de la historia, ignorar que existen ríos, limitarse a la geografía regional, es la mayor manipulación educativa que se puede hacer y es la forma más brillante de meter la carcoma en la madera de la integración nacional. Lo malo es que la denuncia de los editores llega tarde, porque esto se viene haciendo desde hace treinta años, el mal ya está hecho, las autoridades no lo reconocen y toda una generación ha sido formada en esa desigualdad. Pero denunciarlo y perseguirlo era casi un delito: era facha, franquista y reaccionario.