¿Crítica desde la equidistancia o miedo de la intelectualidad de «izquierda» al gobierno de coalición?

OPINIÓN

19 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Lleva lloviendo sobre mojado muchos meses y lo más absurdo no es que la situación no esté clara de sobra para la gente obrera del porqué no hay un gobierno en España, con un programa de izquierda de las dos fuerzas del pueblo que lo pueden componer. Lo más absurdo de esta situación es la actitud de un sector de intelectuales que van de izquierdas, pasando absolutamente de lo que está pasando con la formación de un gobierno de coalición como propone el equipo de Pablo Iglesias, que de mil formas está siendo ninguneado por los socialistas y los medios de comunicación oligárquicos, afines a Pedro Sánchez. La sensatez, ecuanimidad o cualquier otra que se reclame como objetiva, para definir la actual situación por parte de esta intelectualidad del NO al gobierno de coalición por parte del PSOE, no pasa por poner las responsabilidades de cada uno a la misma altura desde una ecuanimidad aparente, porque se está faltando a la realidad de lo que está sucediendo y que todas y todos vemos y sobre todo, ver la necia pretensión mediática de ocultar de forma perversa cuando no infantil, que la opción de fondo es de apoyo al ninguneo de la propuesta de Unidas Podemos.

Pedro Sánchez mantuvo la propuesta de gobierno de coalición en plena campaña electoral con mucha empatía, porque le daba votos por la izquierda y voto popular. Que ahora a posteriori y con el resultado electoral en la mano reniegue de la empatía y lo rechace solo puede indicar dos cuestiones; una positiva, que solo sea táctica ante la oligarquía como en apariencia indican las insinuaciones de Pablo Iglesias, de que al final todo se arreglará y ya veremos en su momento de forma objetiva si es táctica o no. Y la otra, que la táctica electoral estaba en la insinuación constante de empatía con la propuesta de Unidad Podemos de un gobierno de izquierdas porque le daba votos, pero en el fondo sin la pretensión de cumplir la promesa electoral. Si la opción ante esto, tal como están las piezas en el tablero político por parte de esta intelectualidad, es pretender pasar como ecuánime la culpabilización de los dos en la responsabilidad de que no salga un gobierno presuntamente progresista. Es asumir de facto el relato mediático de responsabilizar a Podemos y en particular a Pablo iglesias, por no dar un apoyo en blanco al PSOE añadiendo para encima a posteriori, que después de darle el apoyo para que gobierne, ¡que haga oposición! La mayor estupidez política que se puede decir. Lo único que dan a entender, es el apoyo personal a un gobierno neoliberal en solitario de Pedro Sánchez, para que en ningún momento apoye a Unidas Podemos en su pretensión de gobernar.

Pero a esta seudoizquierda con nombres conocidos como el economista Juan Torres, el jurista Pérez Royo o el actor Sacristán, mayoritariamente provenientes del entorno socialdemócrata eurocomunista, muy cómodos en el entorno de la IU de Llamazares y el PSOE de Zapatero (nunca protestaron) apoyados por el radicalismo trotskista y el identitarismo neoliberal, se empecinan en confundir al pueblo desde una supuesta sana intención que les salva de responsabilidades en su desinteresada ecuanimidad, para que la propuesta de coalición de Unidas Podemos no solo sea rechazada de facto por Pedro Sánchez, sino que de paso piden que voten a favor para que gobierne en solitario. Esto no es solo ayuda al ninguneo mediático para culpabilizar a Pablo Iglesias de la responsabilidad de que en España no haya un gobierno de izquierdas, es la defensa de los viejos pactos entre el PSOE y el PCE-IU como de izquierdas, cuando fueron de recortes, austeridad y precariedad para la clase obrera, beneficios para la patronal y la banca y corrupción para la clase política. Lo que nos define no son las siglas, son el programa y esto lo debe reflexionar esta izquierda, porque quien nos determina qué somos, son la verdad de nuestros hechos y no nuestras ideas, aunque estas estén llenas de buenas intenciones.

La coherencia de la izquierda tiene un precio ante el poder de la oligarquía y un beneficio de apoyo popular, si sabemos usar bien la resiliencia en la defensa del derecho democrático a gobernar por Unidas Podemos, teniendo claro que a ningún sitio de honradez se llega, si se abandona el derecho democrático a gobernar por la izquierda ante la presión de los poderes financieros, para cederlos al neoliberalismo globalista que sería el triunfante, no solo en esta batalla por un gobierno popular sino también en el interior del PSOE, que dejaría de ser un partido del pueblo como pasó en Italia, Francia o Grecia. Para la supuesta clase media portuguesa, el ejemplo de gobierno socialista puede ser positivo desde la insolidaridad con la otra mitad de la población, que malvive constantemente en el filo de la línea de la marginación y exclusión social y esta puede ser la opción del PSOE y otros neoliberales de la seudoizquierda, pero nunca puede ser la opción en España de una fuerza alternativa como Unidas Podemos, después de la experiencia negativa de los pactos entre el PSOE y PCE-IU, que nos han dejado a las clases populares sin empleo, sin derechos y sin libertades en los centros de trabajo y en la calle.

Unidas Podemos es una fuerza reformista con un programa revolucionario, que confronta con las líneas políticas y económicas de demarcación de la oligarquía financiera e industrial neoliberal, representantes ideológicos y políticos del nuevo fascismo genocida. El Partido Popular, VOX o Ciudadanos, están llenos de fascistas y a nadie del pueblo engañan por poco que se informen, pero no pasa lo mismo cuando las fuerzas del pueblo como en su momento el PSOE y PCE-IU, que en nombre de la izquierda ejecutaron políticas de recortes contra el pueblo y la clase obrera durante los cuarenta últimos años, rompiendo los muros que nos diferenciaban de la derecha. Este engaño es el que lleva al pueblo a votar a la derecha fascista y neoliberal del PP, VOX o Ciudadanos y es lo que en particular Podemos no puede hacer y la experiencia la tenemos, no solo en lo que quedó IU, también en la situación en que han quedado todas aquellas fuerzas políticas progresistas que rompieron electoralmente con Unidas Podemos, para desde posiciones posibilistas, identitarias y nacionalistas, pactar con los socialistas un programa ajeno a la ruptura con las políticas neoliberales de la oligarquía financiera.

Las presiones internas y externas favorecidas por la crisis que se avecina, están provocando reflexiones para una abstención por parte de Unidas podemos ante la cerrazón del PSOE y la debilidad política de las bases, pero si así va a ser, que sea sobre la base de lograr un compromiso programático público del PSOE no solo con Unidas Podemos, también con la sociedad organizada, sindicatos, ecologismo, feminismo, movimiento vecinal y memoria histórica. La coherencia y consecuencia política es un valor revolucionario de personas honradas, democráticas y progresistas y este valor, es el que debe estar representado en nuestra táctica política y programa que defienda los intereses de las clases populares. Valor que pasa por la defensa de los intereses generales de la clase obrera española, clase que compone el ochenta por ciento de la población y que no necesita los calificativos peyorativos de plebeya, de abajo o subalterna. Armada con un programa solidario que abarque todos los rincones del estado español con los mismos derechos, deberes y obligaciones, desde la base fundamental del trabajo como derecho y obligación para todas y todos. Que acabe con los pactos de la transición constitucionalizados en la falta de derechos fundamentales de la clase obrera, en el estado autonómico que nos divide y enfrenta y en una monarquía absolutista que generó el régimen del 78, hoy mutado en el nuevo fascismo neoliberal del IBEX 35. Programa que se sintetiza garantizando constitucionalmente como derecho fundamental, las libertades y el sistema público del estado de bienestar, financiados mediante impuestos a la banca, entidades financieras, grandes fortunas, multinacionales, empresas y profesionales. O sea, la República