El estilo de vida europeo

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

PATRICK SEEGER | EFE

23 sep 2019 . Actualizado a las 08:20 h.

La nueva presidenta de la Unión Europea, Ursula von der Leyen, está siendo denostada por los grupos socialistas, verdes e izquierda europea por acuñar y defender un estilo de vida europeo que ella mantiene frente al populismo buenista, que pretende realizar malabarismos con las palabras intentando que el pan no se llame pan ni el vino, vino.

Como antídoto contra la xenofobia se escudan en un estilo plural y abierto que sea común a los ciudadanos europeos, olvidándose de que la vieja Europa ha sido el mayor de los territorios de acogida de quienes huyen de la persecución política, las guerras, el hambre o la miseria. Quieren ignorar que nuestras legislaciones nacionales defienden una manera de universalizar la educación, la sanidad y la extensión indiscriminada del estado del bienestar.

La Europa de Kant y de Descartes, la de Platón o Sócrates, de Schopenhauer, de Sartre o Marx, la de Ortega y Zubiri, la de Adenauer, Monet, Churchill o De Gasperi, la de Cervantes y Valle Inclán, Dante y Kafka, Petrarca o Shakespeare, la de Beethoven o Bach, Sibelius y Chopin, Mahler o Mozart, la de Goya, Picasso, Rembrandt y Van Gogh, Leonardo o Tiziano, construyó un estilo de vida europeo que sobrevivió el pasado siglo a dos guerras mundiales libradas en su territorio, al mas terrible de los holocaustos, y al dolor y duelo por varios millones de muertos.

Afianzó la democracia, consolidó el pensamiento socialdemócrata que trajo el bienestar común de norte a sur, y convivió con la democracia cristiana heredera directa de la cultura judeocristiana.

Asegura el escritor Stefan Zweig, en su libro Memorias de un europeo, que vio crecer y expandirse las grandes ideologías de masas en Europa y «que la peor de todas nuestras pestes es el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea». Y una vez más instala sus viejos argumentos para quebrar el estilo de vida europeo. El de la solidaridad, el de la fraternidad y la libertad, el que hizo de la Marsellesa mucho más que el himno de Francia. Como síntesis, la próxima presidenta de la Comisión resumió que «se trata de la forma en que vivimos juntos». En un país común, el de Moliere o Marie Curie, por ejemplo.