Ya estamos en campaña. En campaña oficial, claro, porque ya hemos dicho que de campaña real llevamos varios meses, por no decir toda la vida. Los primeros impulsos han demostrado por dónde irán los mensajes y las estrategias. Sin hacer ningún tipo de literatura, creo que serán los siguientes, que tenemos que digerir en el brevísimo plazo de ocho días.
1.- La gobernación. De nada servirán estas elecciones si al final continúa el bloqueo. Ese es, por tanto, el primer desafío. Todo el mundo da por supuesto que Pedro Sánchez será el candidato a la presidencia. Está mejor que en abril, porque ahora hay dos partidos, Más País y Ciudadanos, que se ofrecen a completar la mayoría. Ante Unidas Podemos, Sánchez tiene los mismos reparos que en septiembre. Si Ciudadanos sufre una debacle y Más País no obtiene suficientes escaños para ser decisivo, PP y PSOE deberían tender puentes. Peleen lo que quieran en campaña, pero sin destrozar una futura colaboración.
2.- Cataluña. Es el argumento principal de las primeras horas, con fuerte competencia entre constitucionalistas para ver quién demuestra más intransigencia ante el independentismo. En ese terreno puede ganar Vox porque conecta mejor con la España que reclama contundencia. Habría que pensar más en el voto catalán, no vaya a ocurrir que el independentismo se alce con más del 50 % de los votos y se legitime ante Europa como representante de la mayoría social. Eso complicaría el problema hasta situarlo en situación imposible.
3.- Los bloques. La intención de voto se sigue midiendo por bloques, que son la forma de sustituir al bipartidismo, pero los bloques llevan a la confrontación y a la partición de España en dos sectores ideológicos. El lunes, en el debate de líderes, veremos las diferencias que hay dentro del mismo bloque. Ojalá sirva para entrar en una política más transversal.
4.- La economía. En cualquier campaña electoral debería ser la prioridad. Sobre todo, cuando nos inquietan los datos del enfriamiento. Vemos que las ofertas se limitan casi exclusivamente a hablar de impuestos y a posiciones demagógicas. Esta campaña debería ser, por lo menos, la gran oportunidad de plantear el sistema productivo del país y abordar en serio asuntos como las pensiones sobre las que caen tantas señales de alarma a medio plazo.
Y 5.- La cuestión territorial. Pedro Sánchez volvió a abrir ese debate, pero de modo confuso al entender el federalismo solo como una forma de mejorar las autonomías. No se debería frivolizar con ese tema, estando como está abierta la herida de Cataluña.
Conclusión: elecciones trascendentales con la verborrea habitual y sin nadie que tenga redaños para dibujar un modelo completo de país.