De la imprudencia a la incompetencia: la gestión de la pesca de salmón

Eugenio Saavedra REDACCIÓN

OPINIÓN

El estudio revela que los salmones se alimentan menos en el mar y regresan antes a los ríos para desovar, como este liberado en un río asturiano (foto de archivo)
El estudio revela que los salmones se alimentan menos en el mar y regresan antes a los ríos para desovar, como este liberado en un río asturiano (foto de archivo)

03 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El día 31 del mes pasado salió publicada, en el BOPA, la normativa de pesca en aguas continentales durante la campaña 2020. La Iniciativa Cívica Asturias Salmón Vivo, a la que pertenezco, publicó en el pasado mes de septiembre una carta dirigida al Gobierno del Principado de Asturias, a los pescadores y a toda la sociedad asturiana, explicando la situación de nuestras poblaciones de salmones y haciendo una propuesta constructiva, a la vez que fuese participativa y sometida a debate público.

Entre otras cosas decíamos en dicha carta: «Esta iniciativa que proponemos quiere trascender a normas y reglamentos para la temporada». Pues bien, no seré yo quien me desdiga en nuestro planteamiento en el sentido del mismo que no es otro que proteger los pocos salmones que nos quedan, en la esperanza de que en un futuro no sólo haya salmones si no en la abundancia suficiente que permitirá, en ese momento, ejercer la pesca con el sacrificio de un porcentaje razonable de los mismos.

Es evidente nuestra escasa influencia a la luz de la resolución de nuestro gobierno y la oportunidad, una vez más, perdida en el sentido de la conservación de nuestras poblaciones de salmones. Lo que no podíamos esperar es la bofetada normativa que nos han sacudido a través de las restricciones en el arte menos lesivo en la pesca de este totémico pez, este es la pesca a mosca y la que utilizamos la mayoría de los pescadores que no queremos acabar con los salmones.

Se hace muy difícil entender que no haya restricciones a la pesca con muerte y sí a la pesca sin muerte, y así, parece no sólo un insulto a la inteligencia si no que la administración ratifica e invita a sacrificar los pocos salmones que nos quedan. Vamos, ¡un despropósito!

Y por si esto fuera poco se introduce otro pequeño cambio, perverso en donde los haya, con una apariencia lógica. Esta modificación no es otra que la obligación que tienen todos los pescadores de declarar a la guardería el número de capturas efectuadas en la modalidad de pesca sin muerte. Como digo, esta obligatoriedad aparentemente lógica encierra una perversión en sí misma ya que lo que se va a lograr, no es un mayor conocimiento de las capturas de los peces pescados realmente, si no el aumentar artificialmente el número de capturas por parte de los que no quieren protegerlos y que en su ceguera quieren seguir sacrificándolos.

José Ramón Yanes, un afamado ribereño de San Tirso de Abres, siempre decía: «En ríu son too mentires». Como en su día dijo Jorge Valdano del fútbol, así podríamos decir lo mismo de la pesca del salmón, para muchos de nosotros, es lo más importante de lo menos importante; y sí, la captura de este emblemático animal levanta pasiones. Así y todo, muy por encima de esta pasión, hay una característica muy importante de esta especie, el salmo salar, que hace de ella estar por encima de las demás y es ser un «sensor» ambiental de primer orden; y como repetía siempre que tenía ocasión quien fue presidente de la Real Asociación Asturiana de Pesca Fluvial, Javier Loring, «donde vive el salmón vive mejor el hombre».

Adrián Barbón, presidente del Gobierno del Principado de Asturias, haga suyo este asunto en apariencia menor pero que no lo es al estar íntimamente relacionado con el medio ambiente, asunto, este sí, de capital importancia y en el que usted a empeñado su palabra públicamente. Permítame concluir con sus propias palabras, las últimas que usted pronunció en su discurso de investidura  antes de solicitar el apoyo de la cámara. «Esta es la Asturias..., Pero sobre todo, la que tenemos la obligación de entregar a la siguiente generación».