Las escasas hora que llevamos consumidas de la campaña electoral nos han dejado ya muestras de que la batalla se librará en las redes sociales. Habrá mítines, debates, reuniones, fiestas, refrigerios, grandes ágapes de los que los líderes saldrán muy reforzados anímicamente, pero el gran protagonismo y hasta la capacidad de decisión estará en bots, fake news y las redes sociales. En Internet o en el WhatsApp. No es nada nuevo. Ya lo hicieron Bolsonaro, Trump, Putin y los promotores del brexit, con bastante éxito, por cierto.
Por eso todos comenzaron a utilizar sus armas. Unos más que otros. Todo parece indicar que tras la campaña de #yonovoto a la izquierda está el PP porque la promueve, curiosamente, un trabajador de la consultora que lleva la campaña popular. Y aunque el PP se desmarca, Facebook calcula que la propaganda digital engañosa para beneficiar a Pablo Casado, insisto, tras la que se esconde un militante de Nuevas Generaciones y un ex asesor, ha conseguido más de 11 millones de impactos en la red social.
Y no solo los populares. Las fake news se suceden por cientos cada día en la Red. No se salva nadie. Desde Sánchez sobre la reducción de la deuda a Casado con la destrucción masiva del empleo indefinido. O Carmen Calvo a cuenta de la advertencia del Parlamento europeo, que nunca existió, por el mausoleo del Valle, por no hablar de Ábalos, Errejón o García Egea. Y dejamos premeditadamente fuera del repaso a Abascal y Rivera que son, en sí mismos, un fake news permanente.
Twitter no va a consentir publicidad política pagada, pero será después del 10-N. Se ha dado cuenta del daño que puede acarrear. Dice Stephens-Davidowitz, en su libro Todo el mundo miente, que Internet acumula ocho billones de gigabytes de datos diarios. Y que esa información dice mucho sobre quiénes somos y de deseos y comportamientos, así como de las decisiones conscientes e inconscientes que tomamos. Nos habla de lo que llama el poder de este suero de la verdad digital y su potencial más profundo. Y nos desafía a pensar de una manera diferente a lo que quieren que pensemos. A ver si somos capaces.